..."Uno que ha sido testigo activo de los últimos 41 años del turismo argentino, puedo ratificar que de 1964 a 1989 se transitó un largo período en el que el “turismo federal” estuvo sujeto a una dominante demanda (casi exclusiva) de sol y playa, en la que los éxitos de los desbordes nacionales o extranjeros estaban sujetos a razones cambiarias o de modas de alto impacto.
No había ni política de Estado ni de gobierno en lo turístico. El sector se movía como algo que a pocos le importaba desde los gobiernos (tanto desde lo nacional como en lo federal), salvo intereses muy puntuales de ciudades de la costa, Córdoba o Bariloche.
Desde el tránsito continuo y positivo de Paco Mayorga, con aprendizaje e instalación tolerada en forma creciente del tema, por el presidente Menem, a un paso innovador de Hernán Lombardi (con De la Rúa) que lo colocó en una interesante jerarquía y diversificación (cultural y conservacionista), a una inteligente continuidad (con Duhalde) con el actual vicepresidente, Daniel Scioli, nos conformábamos con que el presidente se ocupara erráticamente -hasta de compromiso- por el sector.
Hoy debemos reconocer (nos guste o no el presidente, su partido y otras circunstancias) que el turismo pasó a ser una política estratégica de Estado, instalada y ejercitada entre las principales líneas del gobierno nacional, como muestras:
- Desde lo personal de llevar el Presidente al rey de España y a otros pares del mundo al Parque Nacional Los Glaciares,
- A la promulgación de la Ley Nacional de Turismo N° 25997/05,
- Y la imposición oficial de la Marca Argentina y otras aptitudes, casi cotidianas, a las que nos estamos acostumbrando.
- El Plan Federal Participativo Bicentenario nos dará, no la Biblia sectorial, pero sí una referencia construida entre muchos, no sólo para que se induzcan las prioridades e inversiones, sino también para que pasemos del Dios mercado o de la demanda, a la sensatez de vender lo que la naturaleza o lo cultural tolera o tiene “capacidad de carga”. Ya que de poco valdrá ser exitoso si destruimos los escenarios, atractivos o los productos que nos llevan al éxito.
Toda esta suma de éxitos, que ha tenido esencialmente como articulador a Carlos Enrique Meyer, se le presenta hacia el futuro como la etapa más difícil:
La de articular o proponer una política de transportes (aéreo, terrestre, marítimo, de puertas y puertos) que nos sirva a todos...
La de hoy solo le sirve en particular a las grandes empresas... y el resto somos esclavos de ellas.
Esto, como lo anterior, requiere tiempo, ideas claras y una opinión pública que por evolucionada cultura de honestos y sensatos argentinos, ayude a que lleguemos a una política de Estado federal-regional de transporte, donde también el ferrocarril vuelva a integrar lo que quedó del pasado y nos lleve hacia un futuro predecible, con la imprescindible conectividad que nos llevará a una mejor calidad de vida y a la redituabilidad del todo.
La integración del Mercosur y la cercana Antártida nos da mercado en número para lo complementario y fortaleza de oferta para lo competitivo del presente siglo.
Pavada de desafío el que tenemos los periodistas y la gente comprometida con el país y el turismo por delante, para que podamos repetir balances en los que con políticas de Estado se vaya logrando lo que le da sentido a la política: el bien común.
Antonio Torrejón
(Profesor universitario, fundó la Institución Turística de Chubut, fue presidente por dos períodos del Consejo Federal de Turismo y del Ente Patagonia Turística, ministro de Turismo en Río Negro, autoridad turística de la Nación, asesor de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Misiones, Corrientes, Jujuy, Parques Nacionales y Chubut; y desde 2004 es asesor honorario de la Sectur nacional).
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