para algunos turismo y la biodiversidad son “aliados naturales”. Esto me parece una exageración; sólo hace falta lanzar una mirada a la realidad para darse cuenta de que no es así. Salvo excepciones, el turismo tiene un efecto negativo en la biodiversidad. La sobreconstrucción, la contaminación,los residuos mal gestionados, la erosión, el consumo de agua, etc. todo contribuye a aumentar la presión sobre los ecosistemas.
El turismo y la biodiversidad tienen una relación difícil. Las playas vírgenes, los paisajes intactos y las aguas cristalinas ocupan todas las portadas de los catálogos turísticos. Cuando estos elementos desaparecen, el turismo también. El desastre de la plataforma petrolera de BP ha demostrado el gran impacto que puede llegar a tener medio ambiente sobre el turismo. La visibilidad mediática de los pájaros enfangados en petróleo ha sido enorme y el turista le ha dado la espalda al golfo de México (ver foto). A las pérdidas ecológicas les han seguido las económicas.
Es una paradoja que aunque la biodiversidad sea un imán para el turismo, una vez el turismo llega ésta sufre y se degrada. El turismo masificado y las segundas viviendas pueden producir esta degradación, pero en general el turismo es un devorador de recursos que muchas veces extrae a costa de los ecosistemas.
El turismo, en teoría al menos, puede contribuir a la preservación de la biosiversidad, creando incentivos para su conservación. Lo que suele pasar, sin embargo, es que el turismo llega, destruye y luego pone en marcha algunas acciones paliativas para lavarse la cara. Sin embargo, de momento se estima que como resultado de las acciones humanas insostenibles, el turismo masivo entre ellas, más de 5.000 especies animales y 34.000 vegetales se enfrentan a su extinción.
Esperemos que la celebración de este día sirva para tomar conciencia de la necesidad de un turismo más sostenible, que respete la biodiversidad de nuestro planeta.
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