Por Claudio M. Chiaruttini
Confrontación es el camino adoptado por Cristina Fernández de Kirchner para su Gobierno y desafío constante a la oposición fue el elegido por Néstor Kirchner para su proyecto político. Ambos resolvieron que el tramo final de su paso por el poder será construyendo un relato que dice "no nos dejaron hacer", abusando de la victimización y creyendo que, de esta forma, serán una opción política y electoral en el futuro.
Después de llevar la tensión política hasta su máxima expresión desde 2002, el matrimonio Kirchner está trabajando en dos alternativas: por un lado, seguirán en el poder bajo sus condiciones, y, por el otro, quieren que la idea de un golpe institucional quede en la mente de la población para poder ser una alternativa política dentro de 10 o 20 años.
Esta particular forma de actuar para hoy y para la historia es el mismo camino que llevó adelante la izquierda argentina en la década del 70, en donde jugaron al golpe de estado y la revolución armada, pero además, construyeron la imagen de víctimas de la represión.
El matrimonio Kirchner no quiere quedar como un gobierno que se cae por sus propias decisiones, quieren que se los recuerde como los gobernantes más exitosos de los últimos 50 años, que no pudieron terminar con su tarea por que todos (medios, oposición, el campo, los bancos, las multinacionales, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, Washington y la Unión Europea) no los dejaron gobernar.
Desde el 4 de enero, el Gobierno acusa a la oposición de judicializar la política, pero al mismo tiempo, no deja de emitir decretos y normas que, como no se discuten en el Congreso, terminan por ser llevadas a los Tribunales para frenar su ejecución. Así, la judicialización de la política es un objetivo del gobierno, no de la oposición.
El matrimonio Kirchner aprovecha el exceso de formalismo, la ausencia de picardía política y las divisiones internas de la oposición para revolucionar el escenario político con medidas sorpresivas, que están al límite de la legalidad y creando una argumentación melodramática que habla de una crisis que no existe y de una urgencia que nadie ve.
Tanto Néstor como Cristina Kirchner han decidió estrangular las leyes para hacer lo que desean y han quemado todos los puentes que tienen con la Justicia, al tiempo que torpedean cualquier intento de negociación, con el fin de incrementar la sensación de una debilidad que ni la Quinta de Olivos ni la Casa Rosada tienen.
Cristina Fernández de Kirchner no anunció una sola medida en el Congreso, sólo habló de un particular pasado que ellos quieren construir y confirmó que el gobierno no tiene una agenda de temas prioritarios. Es decir, van a seguir improvisando o repitiendo medidas que ya fracasaron.
En el Congreso, la Presidente no habló de inflación, minimizó las críticas por falta de seguridad, engañó a los legisladores ocultando con los nuevos DNU y los distrajo mientras arrebataban de US$ 6.500 millones de las reservas del Banco Central. Pocas veces se produjo una burla mayor en el Parlamento argentino.
En este marco, lo más impúdico es que la clase política argentina (en pleno) se hoy discute la forma de gastar las reservas del Banco Central para hacer frente a gastos corrientes. Los intendentes, los gobernadores, los legisladores, el oficialismo y la oposición quieren el dinero como si fuera un tesoro recién descubierto, sabedores de que, más allá de los Kirchner, en el futuro, ellos podrán estar en el Gobierno y podrán dar sus propios manotazos sobre el oro y los dólares guardados en el BCRA.
Más allá del matrimonio Kirchner, queda en claro que a los gobiernos, desde hace 80 años en la Argentina, nunca les alcanza el dinero, por eso la presión fiscal sobre el sector privado crece sin parar y, pese a las excelentes recaudaciones de los años buenos, se termina por volver al déficit fiscal, lo que obliga a devaluar, colocar deuda interna o externa y emitir moneda, es decir, terminan por fabricar inflación y pobreza para sobrevivir en sus cargos.
Un dato adicional de la crisis actual es que el Presupuesto 2010 fue mal realizado por el ministro de Economía Amado Boudou (al no tener asegurada la financiación de los gastos) y fue mal votado por el Congreso, que aprobó a libro cerrado el error del joven funcionario y creó el caldo de cultivo para la actual crisis política. ¿Porqué el Congreso no pide la renuncia de Amado Boudou y anula los artículos falaces del Presupuesto 2010?
Las decisiones del matrimonio Kirchner extendió una crisis política que ya lleva dos meses y la puso en su máxima expresión y como de los laberintos se sale por arriba, aparecieron dos grupos, tanto entre oficialistas y oposición: los moderados que proponen un diálogo franco y los que prefieren encaminar la discusión al terreno económico, dejando de lado sus aristas políticas y judiciales. Sin embargo, los Kirchner no saben el significado de la palabra "negociación", prefieren el concepto "conflicto".
Otra de las opciones que se maneja en el oficialismo es la necesidad de cambiar las figuras claves de la crisis tanto en el Palacio de Hacienda como en el Banco Central. Sin embargo, el matrimonio Kirchner tiene pocos colaboradores para el recambio y el rumor de enroque de puestos entre Amado Boudou, Mercedes Marcó del Pont, Debora Giorgi y Diego Bosio, crecen. Pero, como en el baile de la silla, alguno quizás se quede parado.
Los más extremos consideran los Kirchner quieren la fujimorización Argentina, es decir, el cierre compulsivo del Congreso para poder gobernar; mientras que la oposición peronistas habla de una crisis al estilo Honduras, esto implica, sacar de su cargo a Cristina Fernández de Kirchner y nombrar un reemplazante en su lugar.
Cualquiera de las dos opciones extremas implican derrumbar instituciones claves en una democracia y, aunque se sigan todos los pasos legales que indica la Constitución Nacional, la clase política confirmaría que la negociación política ha desaparecido y que sólo importa la fuerza que uno acumula. Es decir, estamos a un paso de volver a 1820.
Jugar al desgaste, como ocurrió con la Resolución 125, puede ser un grave error del matrimonio Kirchner. Hoy, no tienen 70% de imagen positiva en la opinión pública, las presiones sobre empresarios y banqueros no alcanzan para arrancarles declaraciones de apoyo, las movilizaciones realizadas por las Madres de Plaza de Mayo y los piqueteros K fueron menores y la que prometen los intendentes no asustan a nadie.
Hoy, el escenario es complejo, el matrimonio Kirchner no escucha a nadie y no negocia, el kirchnerismo aparece resquebrajado, en medio del personalismo y vedetismo de la oposición sorprende el bajo perfil que tienen potenciales líderes como Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Carlos Reutemann, Juan Manuel de la Sota o Hermes Binner; en el Congreso, Elisa Carrió y los radicales pelean por imponer su estrategia. ¿Qué clase política tememos hoy en la Argentina? Autista es la más leve de las consideraciones.
Mientras pelean por ver cómo se gastan las reservas del Banco Central, cada uno hace su juego personal mirando hacia el 2011. Por ejemplo, el matrimonio Kirchner juega a que la nueva Ley de Partidos Políticos concentre la lucha en sólo 5 agrupaciones, gobernadores e intendentes creen que la nueva legislación complica sus planes reeleccionistas, Hugo Moyano juega a ser el Lula argentino y los presidenciables de la oposición se pasearon por la pasarela de ExpoAgro, sin propuestas, pero buscando la foto con la alicaída Mesa de Enlace.
Después de una semana de máxima tensión, es una ilusión pensar que el matrimonio Kirchner volverá de El Calafate con ganas de negociar. Al contrario, van a seguir redoblando la apuesta hasta perderlo todo. Por ejemplo, Néstor Kirchner juega a ser nombrado Presidente del Unasur para internacionalizar su imagen (y de allí defender la gestión de su esposa) y el aumento de la presión sobre el Grupo Clarín confirman no abandonaron la idea de participar e intentar ganar las elecciones del 2011.
Pocas veces un gobierno democrático se ha comportado como una dictadura en la historia argentina. Las pocas experiencias de este tipo terminaron con golpes de Estado o cambios compulsivos de gobierno. Los argentinos necesitamos de miles de desaparecidos y una guerra en Malvinas para sacarnos de encima la opción de un golpe tradicional. Sin embargo, el derrumbe del gobierno de Fernando de la Rúa, el vacío de poder con que se despido a Adolfo Rodriguez Saa y el trunco paso por el Poder Ejecutivo de Eduardo Duhalde terminaron por destrozar la institucionalidad ganada en 1983. Si Cristina Fernández de Kirchner no termina su mandato, ¿el futuro presidente podrá lograrlo?
No se debe caer en la doble trampa del matrimonio Kirchner: ni aceptar que gobiernen a fuerza de DNU, vetos e ignorando el Congreso; ni debe ser acorralarlo por la oposición. La política debe tener un gran baño de política y debe aprender a volver a hacer política. El conflicto no debe ser temido, la Constitución debe ser respetada y el diálogo siempre debe ser buscado, aunque el oficialismo quiera ser temido, no respete la Constitución, ni quiera el diálogo.
Si el matrimonio Kirchner elige suicidarse, será su opción. El resto de los partidos políticos no deben caminar sobre el filo de la navaja, como quiere la Quinta de Olivos. La inconsciencia y el avasallamiento de las leyes deben quedar en un solo bando y no debe manchar a la oposición.
Fuente de Consulta: Urgente 24
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