La situación no puede ser más complicada. Una pérdida cercana al millón de dólares diario, gran parte de la flota en tierra por falta de repuestos, dificultades para competir por carencia de insumos, aviones modernos en algunas rutas internacionales pero con interiores superados por la competencia, y una conducción en retirada cuando todavía no ingresó la nueva.
Ese es el panorama que se vive hoy en Aerolíneas Argentinas, mientras todavía restan unos 30 días para concluir el due dilligence encargado a Price Waterhouse y la valuación de la compañía solicitada a tres consultoras internacionales. Recién entonces se podrá saber cuánto cuesta la compañía, por lo tanto cuánto deberá aportar el Estado para pasar del 5% al 20% del paquete accionario, más el 10% prometido a los empleados, y cuánto deberá aportar el hasta ahora solitario interesado por la parte privada, Juan Carlos López Mena.
¿Estará este empresario, dueño de una empresa que factura U$S 160 millones al año, en condiciones de adquirir el 35% o más de una empresa que factura U$S 1.200 millones?
¿Habrá bancos interesados en financiar la operación?
Aunque todo es posible, cerca de la empresa admiten que los integrantes del Grupo Marsans no están dispuestos a resignar la mayoría accionaría del 70% en manos de los privados, aunque si la presidencia -la vicepresidencia quedaría para uno de los representantes del Estado- y parte del gerenciamiento.
Los españoles pretenden conservar -como parte de un Comité de Gestión- el manejo de las áreas operativas. ¿Pero qué pasa -recordemos que tampoco tenían intenciones de vender- si no puede conservar ésta la mayoría? "Entonces se van", dicen categóricamente fuentes cercanas a la empresa.
Fuente: Aviación News.
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