13 noviembre 2008

Los Cambios en la Geografía Política (Por Antonio Torrejón)

Un amplio espectro de cambios tuvo lugar en los siglos que nos precedieron, muchos de los cuales tienen que ver con nosotros y la protección de nuestro futuro.
A través de la cronología humana vemos que en Europa, en los cinco siglos que se les asignan a las Edades Moderna y Contemporánea, han tenido y tienen un mapa político en continuo cambio.
Por supuesto que en la modernidad, las divisiones políticas son particularmente de las naciones, las que pueden definirse como las unidades sociales que cuentan con una serie de elementos vinculantes, comunidad de territorio, de lengua, de actividades económicas, de cultura, de tradiciones y costumbres.
España, Francia e Inglaterra se integraron como naciones al comienzo de la Edad Media. Dos de las más importantes naciones que desde hace siglos tenían una existencia potencial, Alemania e Italia, recién concretaron su unidad y soberanía en el siglo pasado. Polonia apareció y desapareció sucesivamente y también registró cambios en su extensión territorial y Austria después de haber sido un vasto imperio, multinacional tuvo sucesivos achicamientos hasta quedar convertida en este siglo en una pequeña nación. En nuestra América del Sur, del Virreinato del Río de la Plata creado a finales del 1700 le quedó al país estructurado, Argentina, la mitad a poco andar del siglo XIX.

En la conformación de estos estados nacionales no sólo suele intervenir la voluntad de sus habitantes, sino también las fuerzas erógenas de otras naciones, que generalmente son más potentes y vencedoras en los conflictos limítrofes. Por el tratado de Versalles, después de la Primera Guerra Mundial, surgieron arbitrarias divisiones. Esto se dio principalmente en la península Balcánica, de allí que en geopolítica la palabra balcanizar alude a fragmentaciones o uniones artificiales, que no se corresponden con los delineamientos naturales de los pueblos, con las homogeneidades que, desde la geografía, generan unidades de cultura y producción.

El estallido de la Yugoslavia en estos últimos años, que tiene duras consecuencias en todo el oeste del Adriático, demuestra que los pueblos viven en tensión constante y quieren ser ellos los que delimiten sus espacios soberanos y parece que, con el tiempo, lo logran. Otra versión notable de estas luchas en las que se reivindican las soberanías nacionales la encontramos en los que fueron territorios de la Unión Soviética. Esta era una unión de naciones formadas en torno de un sistema político, bajo la hegemonía de Rusia; al caer el régimen, muchas de las que eran muy antiguas recobraron su autodeterminación.

En cuanto a los imperios, suelen ser conformados bajo el pretexto de la búsqueda de espacios vitales y seguros. Sus inspiradores siempre prometieron milenios de permanencia, pero dentro de la perspectiva multisecular de la historia universal tuvieron una existencia efímera y se desintegraron al petrificarse sus cabezas.

Hoy las revoluciones tecnológicas, que nos están superando en la era de la comunicación, nos están oficializando una aldea global, que en lo macro es la jurisdicción de la globalización.

Nuestra república tuvo una subdivisión política de su territorio, en provincias, con diferentes errores o aciertos. Sobre la mitad del país, al sur del paralelo de Mar del Plata, quizá se dieron límites en los que menos se estudiaron los ámbitos homogéneos geográficos del mismo, al dividir las jurisdicciones provinciales, entre 1872 y 1955, y al provincializarlas; los límites de paralelos y meridianos geodésicos son contra lo natural, por encima de todo.

Pero somos conscientes de que no vivimos en tiempos para dar cabida a dicho debate, más en la era en que la globalización y su visible consecuencia comercial, la competitividad, obligan a ocuparse de lo primario, que es el desarrollo sectorial en función de la productividad y la generación de trabajo y bienestar, que es su directa consecuencia.

El turismo, sector joven que no instaló preconceptos, vive como el hombre de hoy, sin fronteras. Reconoce, por encima de todos los productos (atractivos + servicios), que las geografías homogéneas son las que marcan los elementales límites, no de restricción, sino para vivir (desde lo permanente a lo transitorio-turismo). Los espacios geográficos y/o políticos de la oferta turística son: comarcales, de corredores o regionales, desde lo micro de un destino turístico pasando por lo integrador a lo macro de una región. Si me siguen con un mapa político de la Patagónia verán que poco coincide lo político con lo homogéneo de la oferta turística. El sector turístico, a través de la movilización de funcionamiento que le exige la competitividad, va instalando por encima de todo su integración con la micro geografía homogénea. Esta integración, que por costumbre hará la cultura de la realidad y conveniencia competitiva, ayudará también a modificar el actual concepto de terruño chico, por el de comarca elemental.

El turismo, que aporta esta nueva visión de la geografía productiva, podrá ser un adalid que sin pretender ser cabeza de cambio ayude por emulación, éxito y simpatía a que la mayor parte de los sectores activos lo imite. En esta quizá un poco extensa reflexión quiero orientar a muchos dirigentes para que aprovechen, por esta vía positiva, a generar un cambio inexorable que por medio de esta joven actividad significará quizá el menor de los esfuerzos, pero finalmente aproximarnos al necesario cambio.

ANTONIO TORREJON (Ex ministro de Turismo de Río Negro. Asesor del gabinete honorario de la Secretaría de Turismo de Argentina)

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