14 enero 2009

Turismo con Identidad y Lealtad (Por Antonio Torrejón)

http://www.turismoresponsable.es/images/index_35.jpg“Por una mayor conciencia valorativa del turismo”.

Hoy: Con Identidad y Lealtad


Un destino turístico, incrementa su valor, si los habitantes del lugar tienen una clara identidad y lealtad, con el mismo. Si sus rasgos culturales han construido, comportamientos y costumbres que se acreditan favorablemente a dicho espacio Territorial .


Nussbaum afirma que somos “seres con filiaciones locales, rodeados por una serie de círculos concéntricos. El primero de estos círculos rodea el yo; el segundo la familia inmediata, y a este le sigue el de la familia extensa. A continuación, y por orden, el vecindario o los grupos locales, y comarcales; los conciudadanos y los compatriotas (y a esta lista podemos agregar otros grupos basados en identidades étnicas, lingüísticas, históricas, profesionales, de género o sexuales). Alrededor de todos estos círculos está el mayor de ellos, el de la humanidad entera.”

Precisar el sentido de la “identidad” es tarea compleja ¿Qué es la identidad? Una respuesta categórica deja abiertos aún muchos otros interrogantes. No cabe duda que nuestra identidad esencial es el ser “humanos”. Somos hombres o mujeres y, a partir de ahí, es necesario explorar qué otro tipo de identidades somos capaces de construir o a qué otras identidades nos adscribimos.

Dos formas de entender la identidad resultan sugestivas. En el ámbito interno, la identidad supone la construcción de la conciencia de uno mismo, de la capacidad de definir el mundo moral propio. Psicológicamente, la identidad, como sostiene Taylor, “es una definición de sí mismo, en parte implícita, que un agente humano debe poder elaborar en el curso de su conversión en adulto y seguir redefiniendo a lo largo de su vida”.

Hacia el mundo exterior la identidad implica similitud o parecido. cuando se dice que algo es “idéntico” se expresa que una cosa o persona se asemeja a otra. La identidad involucra esa “referencia”.

La identidad no se agota en una mera identidad biológica, sino que establece relación con roles, status, imágenes y reflejos. La identidad entraña una definición a partir de la comparación. No es en sí misma una realidad, sino una hipótesis, una condición de sociabilidad. La convivencia es posible pues, más allá de las innegables diferencias se rescata la identidad primordial, por hábitos y costumbres.

La lealtad como condición de cohesión social

Los Estados requieren de un cierto grado de cohesión social para existir y funcionar. En todo caso, cohesión no puede hacerse sinónimo de homogeneidad. Son necesarios fuertes vínculos sociales derivados de la fundación, adhesión voluntaria y funcionamiento de los mecanismos de deliberación, prevención y resolución de conflictos. Dentro de estos contextos es fácil darse cuenta del porque de la espectacular adhesión de la gente al programa “100 Años de Turismo Argentino” en Mar del Plata (180.000 visitantes en 37 días, 2008) que reivindica desde un sector conciliador e integrador de la comunidad, el reencuentro con lo nuestro y la lealtad honesta por nuestra historia, por el esfuerzo de los nuestros). La Sensibilización, la identidad y lealtad de un destino turístico se acrecienta, si logramos comprometer a la población del lugar, sobre ciertas aptitudes de buen trato y hospitalidad, que con un esfuerzo adicional colectivo, mejoramos, para satisfacción, de propios y forasteros. En los Estados la mayor cohesión social surge como consecuencia del reconocimiento recíproco fundado en la participación igualitaria y la justicia redistributiva, que la convicción de un proyecto y destino común. Por tanto, ningún Estado, por pequeño que sea, puede sobrevivir “sin algún tipo de desafío, complementación y lealtad y responsabilidad interna”.

La respuesta parcial de Habermas es que “una nación de ciudadanos sólo puede mantener con vitalidad las instituciones de libertad cultivando un determinado grado de lealtad, no exigible jurídicamente, frente al propio Estado”.la ciudadanía evoca identidad, pertenencia, participación y lealtad. La ciudadanía es un factor que determina la identidad moderna como identidad integrativa.

La lealtad como concepto relacional conforma la noción de ciudadanía en un doble sentido: respecto del Estado y de la solidaridad con los demás ciudadanos. La lealtad es un efecto esencial de la ciudadanía que se manifiesta y desarrolla en y con la participación en los asuntos que hacen al bien común. Sociedad y sistema político requieren que sus miembros sean socializados en un compromiso con las ideas y condiciones que permiten su existencia y funcionamiento. La democracia no es, ni puede ser, la excepción. El proceso de socialización y la búsqueda de adhesiones y lealtades ha sido una preocupación recurrente de la estrategia político-ideológica. Y en todos los casos, el rol de la enseñanza se ha estimado trascendental. Los afectos, al igual que las lealtades y las lenguas, deben y pueden aprenderse.

La democracia requiere lealtad. La formación de ciudadanos comprometidos con el proyecto humanista y pluralista que encarna la democracia requiere un esfuerzo constante. De allí el valor de los logros que obtengamos del esfuerzo conjunto, también a favor del turismo.


Por Antonio Torrejón (Gracias por el incansable aporte de valiosos contenidos)

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