22 junio 2008

El autismo, muy propio de la idiosincracia fueguina, también se sufre en materia Turística.


La presente nota, fué publicada tiempo atrás como "editorial" del diario Tiempo Fueguino y debería servirnos para reflexionar en serio.

La traigo a colación porque este fin de semana pude escuchar a un legislador fueguino que participó del Parlamento Patagónico, convocado en la ciudad de Puerto Madryn.

La-men-ta-ble... Porque ni siquiera se toman el trabajo de leer los antecedentes.

Sinceramente me da vergüenza ajena. Me refiero al legislador Wilder que intentó una respuesta ante una pregunta del Mario Tolosa en el "Correo de los Sábados" sobre la problemática aérea en la región.

Me pregunto que función cumplen sus asesores?...

No tenemos memoria.


Analicemos lo que se escribió en un diario local, hace un par de años.

..."En materia de turismo, es habitual que el resultado bueno o malo de una determinada temporada pueda predecirse con bastante anticipación.
De no mediar imprevistos que alcancen el grado de catástrofe, todo destino turístico puede entrever el éxito de un ciclo de alta demanda con antelación e intentar, en todo caso, corregir desvíos no deseados. No es el caso de Ushuaia, donde operadores, funcionarios y analistas de ocasión han debido esperar a que el invierno 2006 se encuentre avanzado para empezar a inferir el enorme fracaso que ha significado la baja demanda turística en uno de los lugares turísticos más cotizados del mundo.
Unos y otros coinciden en señalar a la falta de oferta en traslados aéreos como la causa única y fatalmente determinante del mal resultado. No se deja ver el más mínimo gesto de autocrítica, no se admiten errores no ligados al transporte ni tampoco se muestra interés alguno por encontrar espacios intersectoriales para examinar por qué nada más y nada menos que Ushuaia, reconocida en todo el planeta por sus atractivos de la más diversa índole, no logra afirmarse en el concierto mundial como una tentación imposible de resignar.
Está claro -y las sucesivas desilusiones deberían ir convenciendo a los que todavía miran al costado- que sin una verdadera política activa en materia turística siempre serán necesarias las excusas para explicar un fracaso tras otro. Pero nadie admite que estos esfuerzos mancomunados no se dan, se repite la estrategia de mirarse cada cual el ombligo y pareciera que mientras los números cierren para los actores principales, el déficit del conjunto no es motivo de preocupación verdadera.
Exigencias de la hora
Es hora de atender la lección que nos dan los que realmente han visto crecer sus regiones a través del turismo y empezar a sincerar los temas. Ushuaia no va a crecer, no se va a afirmar turísticamente mientras no se comprenda que, en tiempos de globalización, ningún destino turístico se alimenta a sí mismo ni progresa ni se consolida si no se lo entiende como parte de una región o de una comarca que sea mucho más que un punto perdido en el mapa.
En la moderna Europa comunitaria, cuyos ingresos por turismo han aumentado en forma meteórica, la integración que fuera comercial en un principio ha alcanzado a las jurisdicciones, las fronteras y hasta la moneda, cuya unificación permite al viajero recorrer todo el continente a bajo costo, en un proyecto abarcativo donde el localismo hace rato ha dejado de ser un condicionante, pero no por eso se han perdido las particularidades que hacen a cada destino imperdible en sí mismo.
Los localismos retardatarios atentan contra la competitividad, el aislamiento de los destinos turísticos hoy los confina al olvido.
Sólo un mercado regional integrado permite un adecuado marketing, reducir costos de promoción, mejorar la conectividad y alentar deseos de consumo.
En el aspecto turístico, esta regionalización se traduce en los denominados “corredores turísticos”, de los que tanto se habla y a los cuales tan poco se aporta.
En el sur argentino tenemos un corredor turístico enmarcado en una región cuyo nombre, Patagonia, es conocido en el mundo mucho más que el de la propia Argentina y tiene un valor innegable como marca y como producto.
Bien lo saben los chilenos que identifican en todos los foros turísticos al sur de su país como “Patagonia chilena”, mientras en Tierra del Fuego argentina seguimos despreciando esa posibilidad y nos sentimos ajenos a la Patagonia mientras nos lamentamos del pobre y solitario atractivo de una Ushuaia víctima de la más absoluta desaprensión en materia de estrategia vendedora.
A diferencia de Ushuaia y Calafate, en el norte patagónico han entendido las ventajas de la regionalización.
Expertos de probada idoneidad como Antonio Torrejón, han demostrado que “La integración de los municipios que componen un mismo producto en la comarca de Viedma-Patagones, Península Valdés, Los Alerces, "Paralelo 42º" y los corredores turísticos de los lagos, las playas y del corredor central de la Patagonia, posibilitan dar marca creciente a las uniones de natural conveniencia competitiva.
Hoy, ante la globalización del mundo, no compiten pueblos contra pueblos, sino que "producto contra producto". “El artículo Nº 13 de la Constitución Nacional, que permite la fusión de las provincias, en lo sectorial turístico, se lo ha plasmado a través de la creciente complementación que ha generado por ejemplo: el Ente Patagonia Turística”.
Las bases están sentadas. Ushuaia puede integrarse a ese gran corredor turístico, abrevar en el éxito ajeno y no pretender competir sin armas y sin proyectos. Puerto Madryn, Calafate y Ushuaia son apenas etapas de un solo corredor turístico.
Pareciera que sólo los fueguinos no nos hemos dado cuenta de ello. No llega el avión En ese marco de integración y oferta integrada, es más que razonable lamentar que el servicio de transporte aéreo de pasajeros sea un obstáculo para el turismo. Sin embargo una rápida comparación permite mostrar que estamos, otra vez, en el camino equivocado.
Hace ya dos años se comenzó a hablar de la intervención de los estados provinciales en el negocio de la aeronavegación.
El acuerdo entre Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut fue encarado primero con decisión, luego con vaivenes y finalmente casi abandonado. La idea era invertir desde los Estados provinciales en la adquisición de aeronaves que permitieran unir la región patagónica sur con los centros urbanos y participar a la vez de un negocio que puede ser rentable a largo plazo.
Nadie planteó reparos fundados a la idea que exigía una inversión no demasiado importante para las provincias. Pero tampoco nadie ayudó a concretarla en los hechos. La otra cara En el mismo lapso, dos novedades conmovieron los cielos del mercado aerocomercial. Por un lado, antes del cierre del año 2005, el gobernador de Santa Fe Jorge Obeid firmó un convenio por el cual se subsidia por tres años a la empresa Sol Líneas Aéreas. El compromiso asumido por el gobierno santafesino implicó hacerse cargo por tres años del pago del combustible con una inversión máxima para el periodo de $ 8,9 millones.
Según se dijo entonces, con este acuerdo se ponía en marcha en el país el modelo de empresas de segundo nivel subsidiadas por gobiernos provinciales, tomando como modelo “lo anunciado por los Gobernadores de la Patagonia austral: Chubut, Santa Cruz y la Tierra del Fuego, de subsidiar una Empresa Mixta de Servicios Aéreos conectores e integradores del territorio”.
El gobernador Obeid, admitía en la ocasión que “En la Argentina, de acuerdo a las actuales condiciones, es imposible soportar una línea aérea (SW, Aerolíneas Argentinas, etc.) si no se cuenta con el aporte oficial, ya sea del Estado argentino o extranjero”.
Por otra parte, y siguiendo una tendencia que parece irreversible, hace unos días el gobernador de Salta Juan Carlos Romero, presidía los actos de decolaje de la flamante empresa Andes Líneas Aéreas, destinada a unir la capital provincial con Buenos Aires y otros destinos del país, en emprendimiento donde el gobierno salteño comprometió una inversión de 14 millones de pesos. En Salta había un déficit muy grande de oferta. Hasta ahora, sólo Aerolíneas Argentinas y su subsidiaria Austral volaban a Salta diariamente con aviones de 148 plazas.
Con la llegada de Andes, el servicio se cubre con seis vuelos semanales con una aeronave MD 82, con capacidad para 165 pasajeros. La participación del Estado provincial en el negocio implicó no solo cubrir esta falencia, sino que ya esta semana Andes inicia tratativas para operar en Puerto Madryn, en nuestra Patagonia Argentina.
Al mismo tiempo, el acuerdo entre las tres provincias del extremo austral sigue esperando decisiones inteligentes, audaces y desprovistas de localismo barato.
Seguimos en Tierra del Fuego esperando lo imposible, la idea que nació aquí está dando resultados en otras provincias.
Quizás no estamos tan mal, el diagnóstico lo conocemos, la solución la tenemos, sólo falta ponerse a trabajar en serio"...

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