26 diciembre 2009

Se podrá coincidir o no con la teoría de Cavallo, pero es bueno escucharlo: Los precios del dólar y del promedio de bienes convergieron, pero...

Antes de comenzar a escribir este artículo, hice un cuidadoso examen de los datos sobre el Indice de Precios al Consumidor (IPC) y del índice de los Precios al Productor (IPP) que publica el INDEC. Mi impresión es que el IPP está bien medido, pero es evidente que el IPC ha comenzado a ser distorsionado desde enero de 2007. Por eso me valí de la información aportada por el sitio www.inflaciónVerdadera.com para corregir la componente "Alimentos y Bebidas" del IPC.

En el cuadro siguiente presento las dos series básicas en la que basaré los comentarios que siguen:

Diciembre del año IPC AyB, corregido IPP INDEC



2001 100 100
2002 158 225
2003 166 229
2004 177 273
2005 203 295
2006 224 295
2007 262 347
2008 334 367
2009 382 404

LLama la atención la coincidencia entre el aumento del precio del dólar, que pasó de 1 Peso en Diciembre de 2001 a 3,82 pesos en estos días, y el Indice de Precios al Consumidor (medido por su componente "Alimentos y Bebidas") que pasó desde 100 a 382 en el mismo período.

De paso, vale la pena destacar que este índice es al que más le prestan atención las amas de casa, más allá de las mentiras del INDEC, porque lo pueden medir a través el costo de lo que compran habitualmente en el supermercado. Es por esta razón que mucha gente encuentra que los precios en dólares son tan altos como en la época de la convertibilidad, siendo que los salarios de los trabajadores no protegidos por sindicatos poderosos, medidos en dólares, siguen estando bastante más abajo que en aquella época.

El Indice de Precios al Productor aumentó un poco más, pasando de 100 a 404. Esto no debe sorprender porqué, durante estos años, aumentaron en el mundo los precios en dólares de los bienes comercializables y, a pesar de que el gobierno prácticamente expropió ese aumento a los productores primarios, algo del mismo llegó a los productores industriales.

Este traslado de la devaluación a los precios, que los "devalúo-maníacos" de 2001-2002 siempre negaron que fuera a ocurrir, fue incluso más acentuado que lo que predije en varias oportunidades en varios posts de este sitio. En particular el de octubre de 2002 titulado: "Con el dólar a casi 4 pesos la inflación latente es del 100 %".

Poco meses después sugerí como evitar esa inflación. Lo pueden comprobar releyendo el post titulado "Es positivo que el Peso y el Real se fortalezcan". Lamentablemente el Peso se fortaleció mucho menos que el Real. Por eso la inflación, si bien fue atenuada por algo de apreciación de nuestra moneda, entre 2003 y 2006, finalmente afloró en la misma proporción que la devaluación inicial. El precio del Dólar es hoy tan alto como lo era en octubre de 2002.

Volví a repetir la predicción en otro artículo de 2005 titulado "La culpa es de la devaluación", aunque , como en el anterior, resulté ser demasiado optimista. En las dos oportunidades en las que hablé de la traslación a los precios de la devaluación, subestimé la magnitud del efecto porque no tuve en cuenta que la devaluación del Dólar frente al resto de las monedas y la consecuente inflación externa eliminaría todo vestigio del atraso cambiario que usaban como argumento en 2001 quienes demandaban una devaluación del Peso. De haber existido atraso cambiario, la traslación debería haberse limitado al porcentaje de devaluación por arriba de ese atraso. pero finalmente el traslado resultó ser del 100 % de la devaluación.

Pues bien, ahora que, en promedio, los precios de los bienes ya han aumentado en la misma proporción que el Dólar, podría pensarse que no hay razón para que la inflación continúe por mucho tiempo. Sobre todo, si el gobierno tiene capacidad de mantener estable el precio del Dólar, tal como lo ha anunciado el Ministro Boudou. Lamentablemente no es así.

Hay dos fuentes muy importantes de presiones inflacionarias que difícilmente la política monetaria (sea instrumentada a través del precio del Dólar o de la oferta monetaria) pueda neutralizar. Una, la fuerte dispersión de precios relativos originada en las intervenciones distorsivas del Estado en la economía. Esta dispersión se observa no sólo en relación a los precios de los bienes y servicios, por ejemplo la fuerte distancia entre el precio de los servicios públicos y el de los insumos industriales provistos por el sector privado, sino también entre los salarios de los los trabajadores que, dependiendo de la fuerza del respectivo sindicato, han conseguido retribuciones muy diferentes entre sí.

Otra fuente de presiones inflacionarias es la delicada situación fiscal. No se trata de un problema derivado de la recesión global que ha afectado algunos ingresos tributarios, sino del extraordinario aumento del Gasto Público que torna imposible su financiamiento con impuestos que no desalienten la inversión y la producción de los sectores más eficientes de la economía. Esta es una especie de trampa mortal, que difícilmente pueda desarmarse sin uno o varios golpes inflacionarios. Los riesgos que describí en mi libro "Estanflación" publicado hace ya más de un año, siguen plenamente vigentes.

Fuente: Domingo Cavallo (Ex Ministro de Economía)

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