15 diciembre 2008

Los castores, unos bomberos sorprendentes y muy eficaces

UN TOQUE CURIOSO EN EL PEOR INCENDIO FORESTAL DE LA PROVINCIA

Es cierto que el coraje, la astucia y la entrega de los brigadistas, bomberos y voluntarios será lo que se recuerde en esta parte alejada del mundo cuando se hable del peor incendio forestal de la historia de la provincia. Pero por aquí todos reconocen que hubo otro aporte fundamental e inesperado: el de los castores.

Gracias a su increíble instinto de supervivencia, estos roedores semiacuáticos ayudaron a los combatientes desde el primer día. Las castoreras, con sus diques hechos para acumular agua en arroyos del bosque, terminaron siendo la fuente de agua fundamental que permitió que los brigadistas sofocaran el fuego en los lugares más inaccesibles de la zona, que son casi todos.

Estos "ingenieros hidráulicos de la naturaleza" fueron introducidos hace mucho en Tierra del Fuego (su origen es América del Norte) y ahora son plaga, al punto que existen en la isla casi tantos ejemplares (120 mil) como habitantes humanos (160 mil). Como dañan el ecosistema el Gobierno fomenta de alguna manera su caza: paga $15 pesos por cada cola entregada. Es común encontrar en los caminos y -sobre todo en las profundidades del bosque de lengas- su hábitat: diques y madrigueras hechas con los troncos de las lengas secas, vencidas por los incansables incisivos de los castores.

"Arman esos diques a diferentes niveles para regular el caudal de agua. Pero no se quedan nunca sin ella. Y son capaces, de hecho lo hacen, de tirar abajo enormes árboles de lenga", explica un brigadista nacido en Tierra del Fuego, en un descanso de su batalla. "Hubiese sido muy complicado encontrar un lugar para sacar agua si no hubieran estado las castoreras. No tenemos metros infinitos de mangueras ni tantos arroyos caudalosos en esta época de seca; entonces bombeamos del agua que ellos conservan", explicó Rubén Zoffoli, titular de Defensa Civil provincial.

A pesar de que la colaboración de los castores fue inmensa, al principio el "trabajo" de estos animales facilitó la propagación de las llamas, porque los árboles que tiran abajo se secan rápidamente y son combustible ideal para una situación como la que ocurrió en Tolhuin.

Nota: Enviado Especial de Clarin a Tierra del Fuego

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