12 noviembre 2007

El desafío de "romper" la Estacionalidad Turística (Por Antonio Torrejón)


La estacionalidad en el uso de los ser­vicios turísticos (hoteles. restauran­tes., venta de servicios y recuerdos, etc.) representa un condicionante de profundas consecuencias para el crecimiento y desarrollo de los centros turísticos.
Su corrección debe ser prio­ridad en los objetivos a lograr por el sector y en la política a dictar desde el gobierno en la materia.
En el –destino turístico Madryn-, se acaba de dar un buen ejemplo, que repetido en los 2.500 municipios de Argentina, se puede incrementar como muy positivo para las Ciudades, Comarcas y Centros Turísticos.
A través de la Resolución Nº 1663/07 que lleva la firma del Intendente Municipal Carlos Tomás Eliceche de Puerto Madryn, el Día del Empleado Municipal (8 de noviembre) fue trasladando el mismo al día viernes 9. Para incrementar por parte de esos trabajadores, el disfrute, de esa conquista social, con un “fin de Semana Largo”. Venimos bregando hace mucho tiempo que si a los días oficiales, les agregamos con este criterio de fines de semana largos, los Feriados gremiales, se llegaría a un ideal que no altera ni la productividad, ni el calendario escolar.
Desde la gestión (1987) de Francisco Manrique en la Secretaria Nacional de Turismo, se incorporaron 4 “Fines de Semana largos”, a partir de celebraciones calendarias que reubicadas en el lunes siguiente pasaron ha ampliar –la conquista social- y la generación de riqueza en miles de pueblos o ciudades del interior de Argentina, con cualidades turísticas.
Desde 1978 se lograron desdoblar las vacaciones de invierno, lo que ha permitido calidad para los usuarios y redituabilidad para prestadores y operadores de servicios de viajes y turismo.
Esto agregado al rito religioso de Fin de Año y de la Semana Santa. Con las coincidencias de feriados fijos, con los fines de semana, originan un calendario, que más allá de la frivolidad que en otros tiempos, se podía presumir, surge un apuntalamiento inteligente sobre una de las actividades prioritarias del país, desde lo productivo genuino y sostenible a lo respetable que debe ser para los Gobiernos, un sector con mas de un millón de trabajadores permanentes, piedra angular de la mejor “calidad de vida”.


La explosión del turismo como fenóme­no mundial, cuantitativo, como “conquista social del siglo”, imparable en el crecimiento de las últimas tres déca­das, otorgó una nueva dimensión al fenómeno, ahora masivo, arrastrando la provisión de miles de puestos de trabajo y dando forma a uno de los tres facto­res esenciales que movilizan la economía del planeta.

El turismo de las últimas décadas no se parece en nada al que existió en el pasado. Históricamente, "hacer turis­mo", parecía privativo de clases socia­les económicamente acomodadas o dicho de otro modo de personas que no tenían limitaciones, ni en el gasto o en el tiempo.

Profundizando el tema podemos agru­par los efectos negativos de la estacio­nalidad en el turismo en dos grandes apartados: económicos y sociales. En­tre los primeros cabe citar la baja ren­tabilidad de las inversiones en equipa­mientos turísticos, que deteriora las infraestructuras, junto con la estimulación al alza de los precios; el elevado costo de la reposición y amortización de infraestructuras y la dificultad en el armado de un eficaz servicio de transporte, proveedor de visitantes.

Como efectos sociales negativos se pueden mencionar: la temporalidad de los puestos de trabajos principales, el deterioro del entorno ecológico y paisa­jístico, de todos.(si en un corto período se deben hacer las ganancias, entre otras cosas, se “sobrecarga” el lugar o los atractivos de oferta).

Forzadas las estructuras en los meses de temporada alta para poder recepciónar un número importante de turis­tas que coinciden en los mismos luga­res en idénticas fechas, se producen ataques directos a la propia naturale­za que terminan alterando el equili­brio ecológico. Así se contaminan pla­yas y cursos de agua, se llega a sobredimensionar la planta de servicios (agua, luz, gas, cloacas, etc.) se alteran los patrimonios forestales y llegan a origi­narse perjuicios irreversibles.

Otro aspecto a considerar es el de las incomodidades que se soportan en los lugares del destino vacacional como consecuencia de los elevados niveles de concentración puntual. Entre ellos pueden mencionarse; la reducción. de la satisfacción del viaje o vacación; la desaparición de la tranquilidad y el sosiego en playas, bosques y sierras; y la desordenada, además de sobrecar­gada, demanda que reduce la calidad de los servicios y los encarece , en muchos casos, destruyendo la imagen del Centro Turístico y en este conjunto de reflexiones, cabe recordar que la relación de estacionali­dad y desempleo es de consecuencias perjudiciales: solo un limitado porcentaje de prestadores de servicio puede migrar en el logro de una continuidad laboral, quedando el resto subutilizado gran parte del año.

El Dr. . Manuel Figuerola Palomo , explicaba en su cátedra (Madrid-España) que hoy en los países desarrollados o en vías de serlo, por el incremento de los "costos fijos", no se justifica pensar en la construc­ción de hoteles de cuatro o cinco estre­llas en lugares cuyos atractivos "genui­nos", cercanos, no permitan una reten­ción de viajeros el 50% de los días del año.

Desestacionalizar, no es sólo vender más , sino vender mejor, el factor precio como resorte de captación de clientes en baja temporada, debe al­ternarse significativamente con la diversificación del producto, generando deseo en el consumidor final, en los cuatro grandes campos de actividades culturales, entretenimientos y juegos, deportes y salud. A esta tarea debe aplicarse un claro sentido de innova­ción y creatividad.

Crear el ordenamiento calendario de este trascendente sector sin lugar a dudas, es un DEBER INDELEGABLE DEL ESTADO.

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