29 noviembre 2007

“Hoy no hay pyme que no hable de la necesidad de innovar; el tema es cómo”

Adrián Lebendiker es director del Centro Metropolitano de Diseño (CMD) de la ciudad de Buenos Aires, que ha acompañado y protagonizado durante los últimos años un sólido avance del diseño dentro del mercado productivo local
Cuán cerca está el mundo del diseño del mundo productivo?
Hay un discurso instalado que sostiene que el diseño ha estado históricamente disociado de la industria.
En realidad no es el diseño el disociado, sino que la industria ha ido tomando características más o menos innovadoras o arriesgadas y el diseño es un componente de ese proceso.
Me parece interesante analizar cómo se ha dado acá la historia del diseño, a diferencia de otros países del mundo, para hacer una lectura real y apoyarnos en nuestras fortalezas. En estos últimos años el diseño en la Argentina no es un movimiento similar al que ha surgido en Europa o en China, que ha crecido sobre la base de la copia. Se produjo un fenómeno muy interesante con muchos profesionales que habían surgido de las carreras de diseño y que, al no encontrar una industria que los absorbiera, generaron sus propias producciones.
Un puñado de ellos empezó a armar empresas de producción tercerizada donde gestionaban su marca, el desarrollo de producto y la producción tercerizada, algo que existe en muchos países.
Esta gente no se quedó en el paradigma tradicional de ofrecer servicio a empresas que no se los tomaban sino que adoptó un camino que los vinculó directamente a la producción.
Hoy existe un barrio como Palermo repleto de diseño de autoproducción y también hay producciones de mínima escala pero en una plataforma muy amplia.
Este fenómeno nace con la crisis financiera ...
Después de 2002/03 la industria empieza a recuperarse y se encuentra con esta plataforma que no sólo impacta como fenómeno barrial o ciudadano sino como fenómeno de opinión pública, de pertenencia social, de consumo.
El momento que estamos pasando es una situación de convergencia de eso, porque hay condiciones que lo permiten.
Las pymes que se recuperaron llegaron a un punto donde su competitividad no depende ya solamente de un diferencial cambiario tan grande, ni de un consumo retrasado. Depende de invertir, ser más eficientes e incorporar valor agregado. Por su escala de producción necesita agregar valor. Y en ese camino encuentra que hay muchas empresitas que son muy eficientes en su propia escala, en la gestión de su marca, de sus productos y de su producción.
Ahí hay un espacio de convergencia, ya sea tomando licencias, equipo o profesionales que juegan el doble rol, son diseñadores que producen para ellos mismos y diseñan para otros.
¿Por ejemplo?
Veo que en las exposiciones tradicionales de la industria hay una mayor demanda para instalar stands con productos de diseñadores.
Nosotros participamos en 14 exposiciones convencionales, como de la madera y el mueble, y hay mucha avidez por parte de ese público. Al mismo tiempo, los diseñadores tienen necesidad de instalarse en esos lugares, donde el mercado se mueve en otro volumen.
Creo que hay una búsqueda mutua y hay grandes posibilidades de que esa búsqueda termine bien. Si la economía acompaña, éstos van a ser los temas de agenda. Planteando una proyección macroeconómica parecida a la de los últimos años, para que la producción local sea competitiva frente a la importación, se tiene que profundizar la inversión en proyectos que agreguen valor, y eso tiene que ir por el camino del diseño, la innovación tecnológica, el branding.
El tema está instalado, hoy no hay empresa pyme que no hable de la necesidad de innovar, el tema es cómo.
¿Cuál debería ser el rol del Estado en este proceso?
Esto también va penetrando capilarmente en el Estado, en distintos niveles.
La Sepyme acaba de sacar el programa de promoción de nuevas empresas. También está comenzando un proyecto con el Consejo Federal de Inversiones para llevar la experiencia del CMD a distintas provincias.
La secretaría de Ciencia y Técnica está promoviendo nuevos emprendimientos de base tecnológica. Creo que hay un proceso que va de abajo hacia arriba y todavía el Estado nacional no ha generado elementos con más fortaleza financiera para promover este tipo de acciones, pero empiezan a aparecer algunas. Todas son señales que apuntan a fortalecer los sectores emergentes de una economía con más valor agregado y más dinámica. Hay que ponerse rápidamente a ponerse a tiro porque otros países de la región ya están trabajando.
¿Qué pasa en la región?
Al haber excedente por exportaciones en América latina, si hay un poco de visión estos temas se van a replicar en todos los países. Esto ya está pasando; nos llamaron de Chile, Colombia, El Salvador, Costa Rica.
Después de 20 años en los que América latina no existía, con el aumento del precio internacional de los commodities se empieza a regularizar su economía. Hay excedentes en muchos países, entonces se empieza a mirar de qué manera se puede insertar en la economía del mundo, Y, obviamente, la búsqueda de procesos que le agreguen valor a la producción local es un tema de agenda.
En algunos casos está más vinculado al diseño, en otros a los alimentos, pero es un asunto que ya se nos vino encima. El Estado puede jugar un rol importante si genera herramientas institucionales para derivar fondos a este tipo de proyectos.
Es un tema que está instalado, hoy no hay empresa pyme que no hable de la necesidad de innovar, el tema es cómo.
Creo que esta cosa tan discursiva no es un proceso real de desarrollo; el proceso real es de ensayo y error y de acumulación de experiencia. Así trabajamos con Easy porque es más fácil generar un cambio en el proveedor que ir a una empresa suelta.
¿Cómo llegaron a ellos?
Primero nos convocó la Asociación Forestal porque tenían una sobreabundancia de eucalipto, que se usaba como cajones de fruta y rollos para cable. La mayoría se vendía como madera. Durante un taller llegaron a la conclusión de que tenían que agregar valor, un proceso que incluía un secado especial para hacerla más dura.
Por otro lado, en 2002 Easy se encontró con esta situación: vendía muebles de teca que pasaron a costar una fortuna. Tenía que sustituirlos. Armamos un proyecto para desarrollar productos de eucalipto donde estaba la Asociación Forestal, Easy, diseñadores y carpinteros. Cada uno puso su parte. Lo que llegó a góndola en ese momento fue mucho menor a las expectativas pero finalmente, lo que ocurrió fue una transformación interna de varias de las empresas que intervinieron.
Entre ellas, Easy, que creó un área de diseño que no tenía.
¿Por qué son tan importantes este tipo de alianzas?
Easy vende el 18% de los muebles. Si dicen “queremos buenos muebles”, cambia la industria del mueble en la Argentina. Con ellos seguimos trabajando con un equipo de 20 diseñadores que, con muy pocos recursos, lograron grandes cambios. Salieron 60 propuestas y se seleccionaron 15 productos que salen en diciembre. Eso es producto de un trabajo de cinco años.
El resultado, además de lograr un mueble un poco mejor, tiene impacto dentro de la empresa proveedora e incluso se puede replicar a otros objetos. Si bien son pasos lentos, va buscando el camino.
¿Cree que hay margen para lograr buenos resultados?
Estos son momentos para trabajar en esas cosas, hay margen para generar procesos de aprendizajes. El Estado se tendría que apropiar de programas más consistentes de generación de empresas. Para ello hay un componente que es el educativo, o sea proponer que en los niveles primario, secundario o terciario, una de las salidas sea la creación de la propia empresa.
Hay otro componente que es el de generar un rápido acceso de cualquier empresa a mercados de clientes, proveedores locales y externos.
Por último, hay un tema crítico que es el financiamiento. En otros países hay una cultura de ángeles muy madura.
Acá empieza a percibirse, pero también el Estado tiene que regular que un porcentaje de los fondos de pensiones o de la masa que hay en la Bolsa o en el circuito financiero pueda orientarse a inversiones de riesgo.
De a poco empieza a ser cada vez más homogéneo el discurso.

Daniela Villaro

Fuente: Cronista.com

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