03 noviembre 2007

"Ningún crecimiento puede ser sostenible"

Nobleza obliga, debo admitir un error conceptual en mi nota anterior titulada "El Turismo Crece y la irregularidad acompaña.
Allí hago hincapié en que la proyección turística denota un "crecimiento sostenible". Por esa razón, un atento lector del blog (Gabriel Tobar) me observó con sabiduría la incongruencia de mi aseveración, en la que no había reparado.
Y tiene razón. Por eso ilustro esta otra nota con una imagen que refiere al "gigantismo" y aprovecho el enfoque de un Premio Nobel que me enriqueció en este mismo sentido.

El economista y premio Nobel Alternativo Manfred Max-Neef critica que, según la economía actual, un gigantesco accidente sería "estupendo" para el crecimiento económico de España y propone medir el desarrollo con una escala humana.
Manfred Max-Neef es un chileno alemán, Premio Nobel Alternativo (Livelihood Award), que se confiesa “un economista profundamente decepcionado por el modo en que se enseña la Economía y más aún de cómo se practica”, ya que ésta “se ha convertido en cómplice de un mundo al que la mayoría de la gente no le gusta”. Es miembro del Club de Roma, de la Academia Leopold Kohr de Salzburgo, de la Academia Europea de Ciencias y Artes, de la Schumacher Society de Inglaterra, de la New York Academy of Sciences y Doctor honoris causa de la Universidad de Jordania.
Esta semana, en el quinto aniversario del Foro Diálogos para el Desarrollo, ha impartido en Madrid la conferencia “Nuevas perspectivas del concepto de Desarrollo a Escala Humana”.
Además de la teoría de desarrollo a escala humana, Max-Neef ha desarrollado también los principios de la economía “descalza”, la hipótesis del umbral y los fundamentos de la transdisciplinariedad. Economía para las personas Max-Neef piensa que la economía debería sustentarse en postulados tales como servir a las personas y crear métodos e índices que se refieran a los individuos y no a los objetos. Además, ha de tener en cuenta las limitaciones del ecosistema y que “el crecimiento no es lo mismo que el desarrollo y el desarrollo no precisa necesariamente de crecimiento”.
Este economista critica también herramientas de la economía que se utilizan diariamente como el índice del Producto Interior Bruto (PIB), ya que no incluyen factores como la amortización del patrimonio natural o el valor de las actividades no remuneradas. “Si ustedes lo piensan, es un indicador bastante absurdo –bromea-.
Da la impresión de que quienes diseñaron el indicador no sabían que hay cuatro operaciones aritméticas, porque en el PIB todo se suma”. Así, en su opinión, una gran epidemia que enferme a la tercera parte de los madrileños o un gigantesco accidente de 50 automóviles destruidos serían estupendos para el crecimiento económico de España, ya que aumentarían el consumo en transporte, servicios hospitalarios y servicios mecánicos.
Este indicador “no nos dice la historia que hay detrás”, es decir, no tiene en cuenta si para alcanzar ese crecimiento económico ha habido un impacto ecológico negativo, explotación laboral o si se ha distribuido la riqueza equitativamente. Sostiene que el mejor proceso de desarrollo es el que mejora la calidad de vida de las personas y que ésta depende de las posibilidades que tienen éstas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales. Ahora bien, a pesar de que se suele pensar que las necesidades humanas son infinitas y cambian, el planteamiento de este profesor es que son “pocas, clasificables e invariables” y que lo que cambia de persona a persona y de sociedad a sociedad no son las necesidades, sino las formas de satisfacerlas.

Matriz de necesidades

Para conocer mejor la necesidades y darles respuesta, el profesor ha desarrollado la tesis sobre el desarrollo a escala humana, que parte de que el desarrollo no debe ser impuesto, sino que debe nacer desde la base.

Él traza una matriz en la que se reflejan las nueve necesidades que se consideran fundamentales (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad) y se cruzan matricialmente con cuatro categorías de satisfacción de estas necesidades (ser, tener, hacer y estar).

Así, se obtiene una matriz con 36 campos que se trabaja y rellena en un taller en el que los participantes primero buscan las respuestas negativas a esa matriz para luego buscar las positivas. Estudiando las necesidades de personas de 19 países diferentes, se descubrieron perfiles de pobrezas de afecto, de identidad o de entendimiento en países “ricos”, mientras que en países considerados como pobres se daba mucha riqueza de creación, de participación o de afecto.

La hipótesis del umbral

Max-Neef desarrolló entonces su hipótesis del umbral: “En toda sociedad parece haber un periodo en el cual el crecimiento económico, convencionalmente entendido, genera un mejoramiento de la calidad de vida. Ello sólo hasta un punto umbral, cruzado el cual el crecimiento económico genera un deterioro en la calidad de vida”.


Y es que, a su juicio, no existe el crecimiento sostenible: “En la naturaleza, todo sistema vivo crece hasta un cierto punto en el que detiene su crecimiento, pero no detiene su desarrollo. El desarrollo puede seguir infinito, pero el crecimiento no”.

Como respuesta, este profesor considera que tanto economistas como políticos deben comenzar a redefinir lo que consideran crecimiento, desarrollo y riqueza y adoptar otras formas de medirlo como el Índice de Bienestar Económico Sostenible, el Indicador de Progreso Genuino (en inglés), el ecoson o la huella ecológica. Por otro lado, Max-Neef confía en la sensibilización y el trabajo ciudadano: “La fuerza radica en lo que cada uno de nosotros puede hacer a partir de su propia conciencia y de tratar de convencer a los demás”.


Fuente de Consulta: Canalsolidario.org

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