1. Deje de apurarse para implementar solución tras solución. Concéntrese, en cambio, en las verdaderas fuentes del problema para generar resultados, no simples soluciones. Por ejemplo, asegúrese de definir el problema con precisión antes de lanzar algún gran proyecto.
2. Asegúrese de tener pruebas concretas sobre la existencia de un problema. Por ejemplo, trate de mensurarlo para hacerlo visible y decidir su alcance.
3. Cuantifique su solución mediante alguna forma de análisis como ser un caso al que le considera todos los ángulos. Los verdaderos costos de lanzar una solución pueden exceder los costos de ignorar el problema.
4. Llegue a la raíz del problema. Muchas empresas apagan incendios o tapan filtraciones en la organización sin llegar a la causa. Elimine la fuente y deje de tratar los síntomas.
5. Permita que los empleados exploren y déjelos meter la nariz en las cosas que tal vez no sean su responsabilidad directa. Al darles la oportunidad de hacer preguntas sobre cosas nuevas, el cambio se vuelve más fácil de implementar para la organización. En realidad, al permitirles entrar en nuevos territorios, usted abre más posibilidades que, a su vez, conducirán al cambio.
Pensar es comprender a los empleados y eliminar impedimentos organizacionales que los obliga a actuar y comportarse fuera de la norma. Pensar exige también igualizar a todos para que ya no importe de dónde viene la idea si es la correcta. Pensar implica hacer un análisis de todo lo que hay antes de comprometer recursos de la organización.
Fuente de Consulta: Revista Mercados
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