26 septiembre 2008

Se activa la Máquina de Dios. El turismo atento

Por Shadow Guevara
Se activa la máquina de Dios o colisionador de hadrones (que nada tiene que ver con los actrones que te tomás cuando colisionás) y millones de comunistas festejan en todo el mundo ante la posibilidad de hacer la revolución y volver el mundo al momento mismo en que se produjo el Big Bang, conocida como la explosión que dio origen al universo.

Claro, lo que no le dijeron a los camaradas es que es todo una simulación. La máquina de Dios “hace como que” todo recomienza pero es una ficción sólo pa` ver nomás. Es como cuando en USA cambian de gobierno entre republicanos y demócratas, cuando en Europa ganan las elecciones los socialistas o te divorciás pensando que ahora sos soltero de nuevo.

Lo cierto es que el mundo del turismo observa atento el proyecto científico más grande de la historia ocultando su ambición siniestra y deseos de que falle. Si la Máquina de Dios tiene éxito, se podrá descubrir algo que teóricamente dejaría tranquilo a millones de personas que es saber de dónde venimos. Sólo un rato, hasta que comiencen a pensar a dónde vamos.

Pero, sólo unos pocos saben que la Máquina de Dios ya se había inventado y se puso en funcionamiento hace mucho tiempo. Es una tecnología simple que con tinta imprime colores, formas y números en un papel que luego le sirve a la gente para comprar cosas. Esa primitiva Máquina de Dios construye imperios, delimita países, mueve a las personas y armó al mundo tal como lo conocemos hoy.

El mundo del turismo, propietario en parte de la anterior Máquina de Dios, orienta su mirada hoy a la nueva máquina y espera que falle y sea olvidada por el simple hecho de que ese suceso es el inicio de una nueva gran inversión. Sólo tenemos que revisar la historia para ver cómo el abandono de una obra humana se convierte en un destino turístico.

Donde antes había grandes civilizaciones que cayeron, hoy sus tumbas son visitadas por millones. Donde antes funcionaba una inmensa mina, hoy se realiza turismo minero. Una isla donde intentaron realizar desarrollos nucleares, hoy es visitada por miles para ver cuatro paredes caídas en Bariloche. Chernobyl recibe actualmente visitas guiadas y el Área 64 todavía no se visita porque no dicen donde está.

Cuando los científicos se cansen de hacer colisionar partículas, de formar agujeros negros y pasar cosas de materia a antimateria y viceversa; los operadores turísticos tomarán el lugar y harán de él un gran parque de diversiones. Los visitantes comprarán remeras con el lema “Yo fui desintegrado” y llegarán a sus casas contando la alerta de posible fisión nuclear que vivenciaron (de mentira para el guía, de verdad para ellos).

En pequeños tubos de ensayo se venderán hadrones desintegrados. En el gran anillo de 27 km de circunferencia se correrán carreras de moto pistera o será una ruleta gigante. Sólo aquellos que se atrevan cruzarán el pequeño agujero negro formado pagando sólo un pasaje de ida ante la incertidumbre de poder volver, como cuando viajás por Aerolíneas Argentinas.

Así es señores, un proyecto revolucionario no implica necesariamente una revolución. Una nueva Máquina de Dios fue encendida y todavía estamos acá sintiendo lo mismo, viajando a los mismos lugares y cruzándonos siempre con el mismo personaje que nos guía que parece cortado con la misma tijera. No sabemos todavía si Dios en realidad no tiene su propia máquina o si es sólo un turista del universo que ya no tiene como destino el planeta tierra porque lo aburrió la tenaz intención farandulera de los humanos de querer conocerlo y que les firme un autógrafo (estigma le dicen). Me parece que la visita del señor está cada vez más lejos y que la Máquina de Dios es sólo un juguete con un nombre marketinero. He dicho.

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