19 enero 2008

Estrategias: Saber Interpretar las Oportunidades


Hace años que aprendí que ser desarrollador no es sinónimo de hacer. Es verdad, los desarrolladores hacemos, construimos, ponemos ladrillo sobre ladrillo, y eso nos gusta, nos seduce y nos hace sentir bien. Pero el verdadero secreto del éxito de nuestros mprendimientos pasa por pensar, reflexionar, evaluar, y después actuar, siempre estratégicamente.

Hoy día, en un mundo cada vez más globalizado, estamos obligados a tener en consideración, para nuestras evaluaciones de nuevos negocios, no sólo la realidad local, el contexto nacional y el mercado inmobiliario en el que nos toca operar, sino también lo que está ocurriendo en otros lugares. En efecto, más temprano que tarde sus coletazos llegarán a estas playas.

En nuestro medio debemos recordar que a la salida de la crisis, la gente se volcó a transformar sus ahorros en ladrillos. Pero eso ocurrió en un contexto internacional claramente marcado por las bajas tasas de interés y una fuerte propensión a invertir en Real Estate, con precios de las propiedades que durante más de una década sólo se incrementaron.

En la actualidad eso cambió y no podemos desconocerlo. La megacrisis hipotecaria americana está trayendo consecuencias aún imprevisibles en el mundo fi nanciero, y esa realidad tiene que formar parte del rompecabezas que tenemos que armar antes de tomar una decisión de inversión importante, como es la inmobiliaria.

Los economistas nos hablan del famoso efecto desacople.
Con un precio récord de los commodities, parecería que muchos países emergentes hoy tienen oportunidades de seguir creciendo fuertemente, y el nuestro está entre los benefi ciados, de manera que la castigada predisposición de la gente a ahorrar en propiedades, que ya se ve en España o en Miami, en la Argentina puede estar a resguardo.
El paradigma histórico con el cual nos hemos parado en el pasado ante los sucesos del mundo en general y de Estados Unidos en particular quizás haya cambiado. Hoy, una recesión en los países centrales no necesariamente afectaría directamente nuestra economía, dicen los que saben.


Por el contrario, como un remozado granero del mundo, seguiremos encontrando en nuestro país todo un sector beneficiado por esta situación, con renovada capacidad de ahorro y pocas alternativas de inversión.
Los activos fi nancieros domésticos, como los plazos fi jos o los bonos del Estado, no son atractivos o creíbles a causa de la historia reciente, y los internacionales están afectados por la crisis de las hipotecas subprime, que ya está contaminado incluso a las entidades más solventes del planeta.


¿Qué hará la gente con sus ahorros?
Los ladrillos siempre aparecen en escena, por vocación o por falta de alternativas superadoras. Y este razonamiento se aplica a los argentinos y muchos extranjeros, que buscan refugio en propiedades locales, como lo demuestra Puerto Madero, donde un porcentaje relevante de las operaciones son actualmente concretadas por europeos o americanos.


Sin desconocer entonces la realidad que nos toca vivir en el nivel global, creemos que hoy hay una gran oportunidad en el negocio inmobiliario en nuestro país.
Seguramente no todos piensan igual, toda vez que el crédito hipotecario no reaparece, la inflación es elevada, los costos de obra y de la tierra están por las nubes, en las ofi cinas de ventas de los proyectos se hacen menos transacciones y se teme una crisis recesiva de escala mundial.


Ahí aparecen entonces los inversores de verdad, los desarrolladores de raza, los promotores profesionales, los emprendedores creativos y los que saben hacer las cosas bien.

Ellos son los que se animan, los que nos animamos a comprar cuando otros se deciden a vender no tan caro, para así crear proyectos en zonas nuevas, o introducir conceptos innovadores en los emprendimientos que realmente agreguen valor.
Desde mi punto de vista, llegó la hora de la verdad, de asumir que esta actividad es muy compleja, involucra un enorme volumen de dinero y está fuertemente expuesta a circunstancias tan diversas como las cuestiones normativas y los cambiantes ciclos del mercado.
En ese entorno, los desarrolladores debemos dar el ejemplo para sostener la preferencia de la gente por ahorrar en Real Estate, sin defraudar a nadie, trabajando con seriedad, honestidad, responsabilidad y mucha imaginación.


Hay que seguir adelante: no sólo el año apenas empieza, sino también un nuevo momento de mercado que habrá que saber leer, entender y aprovechar. Olvidémonos de “location, location, location”. Ahora vale “timing, timing, timing”.

Por Eduardo Gutiérrez
Para LA NACION

El autor es desarrollador inmobiliario, presidente de la firma Farallón.

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