19 enero 2008

Un "capricho" de Cristina para entrevistarse con Larry Page, uno de los creadores de Google

Larry Page, uno de los creadores de Google, vino a la Argentina de luna de miel. No planeaba ver a la Presidenta, pero desde la Casa Rosada presionaron para concretar un encuentro y hasta improvisaron un plan de vuelo para el avión privado de Page, algo impensable en el Primer Mundo. Un viaje de placer convertido en visita oficial por capricho de la jefa de Gobierno.

Hay un parte oficial en la web del Gobierno que narra con decoro el encuentro de dos personas importantes, una mañana ventosa en la villa presidencial del Calafate. Dice que Cristina Fernández recibió a Larry Page, uno de los fundadores de Google, en su casa de las orillas del Lago Argentino el lunes 17 de diciembre y que hablaron de energías renovables, del crecimiento de empresas de software locales y de otras yerbas modernas y virtuales.

Agrega que la Secretaría de Medios está por trabar acuerdos con el buscador para posicionar la marca país en el mundo y no dice mucho más. Existe también una foto –que ilustra esta nota- de aquella cumbre: en ella, la anfitriona enseña retratos del clan familiar al visitante de 33 años, la sonrisa y el flequillo desbordantes.

Todo precioso. Pero Page –las fuentes son inobjetables, aunque Google no quiso hablar- hubiera preferido no ir. Había llegado a la Argentina días atrás en su avión particular y sin ánimos de publicitar su arribo: venía de luna de miel junto a Lucy Southworth, un rubia agradable y bien americana, su flamante esposa, y se proponía recorrer algunos sitos naturales del país sin abandonar el perfil bajo. Ese era el plan de la pareja hasta que la policía aeronáutica registró el ingreso del creador de Google a Ezeiza y todo se supo.

Enterados de esto, desde la Casa Rosada pusieron en marcha la operación encuentro. El secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli, llamó a las oficinas de Google en Buenos Aires y lanzó la oferta: un almuerzo –cordero, qué si no- en la residencia del Calafate donde la mandataria disfrutaba de su receso de verano.

Pero no hubo caso. Page no quería abandonar su rutina de recién casado. Tres veces llamó el Gobierno y tres veces Page se negó. Y sin embargo, desde su exilio austral, Cristina insistía. Presionaba de tal manera para que se concretara la cumbre que en las oficinas de Google comenzaron a pensar que estaban siendo descorteses.

Hubo un primer amague de reunión, pero se pospuso por compromisos oficiales. Y el segundo también se caía, pero Cristina decidió faltar a una inauguración de obra pública en la provincia, para la que ya se había comprometido, a cambio de que la cita con Page se hiciera de una vez.

Pues bien, ahora Mr. Google tenía toda la presión encima. Y en su luna de miel, de lujo, cara como un viaje a la luna, comenzaban colarse compromisos de otra índole. Pero todavía había un escollo: el plan de vuelo. A último momento, cuando ya se había convenido que el encuentro se realizaría el lunes 17 por la mañana en El Calafate, el piloto de Page anunció que no podía salir. Sus razones no admitían discusión. La hoja de ruta, certificada antes de partir desde los Estados Unidos y comunicada en su debido momento a las autoridades aéreas argentinas, no admitía cambios en el itinerario. Nada nuevo: es así siempre y en cualquier lugar.

Volvieron los llamados. Los directivos locales del Buscador llamaron a Parrilli y le comunicaron que otra vez se caía la cumbre. “Entonces Parrilli pidió el teléfono del piloto. ¿Qué plan de vuelo?, dijo. ¿El plan de qué? Agarro y llamó al piloto de Page y le dijo: despreocupate, volá, está todo bien”, se ufanan en una oficina de Balcarce 50. Y así fue. Hubo vuelo, encuentro, almuerzo no –Page y señora declinaron. El vocero Miguel Núñez, muy verborrágico, acompañó a los invitados. Cristina, chocha.

Los medios locales contaron algo sobre el encuentro en su debido momento y el parte oficial aportó lo suyo. Queda para destacar el resumen que hizo Page cuando le preguntaron qué le pareció Cristina: “Tiene la casa llena de fotos y un perro bonito y juguetón”, dijo, textual. Hasta ayer, la sentencia no aparecía si alguien la googleaba en el buscador. Pero hoy ya se puede encontrar.

Fuente: Crítica Digital de Jorge Lanata

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