26 septiembre 2007

Columna de Opinión Personal en conmemoración al Día Internacional y Nacional del Turismo: 27 de Septiembre



Sólo se me ocurren preguntas

José Heredia
Consultor Turístico


Qué mejor ocasión que el Día Internacional y Día Nacional del Turismo, para dedicar unas líneas a plasmar algunas ideas, algunas reflexiones y, naturalmente, algunas preguntas respecto a un sector sobre el que nadie repara a la hora de puntualizar sus beneficios para incorporarlo al "discurso", pero al que todavía no se le termina de otorgar -paradójicamente- el papel preponderante que, a juicio de todos los actores implicados en el sistema, debe ejercer para nuestra Tierra del Fuego.

Hoy quiero hablar de más peso, de mayor relevancia, de unión, de coordinación para nuestro turismo.
¿Por qué? Muy simple.
El entorno de mercado se mueve a una velocidad mayor que la capacidad que venimos demostrando tener para darle respuesta.
Y si no me equivoco, ¿acaso no es necesario reflexionar sobre aquello que nos impide ser más dinámicos, más adaptables a los cambios del entorno, tener más capacidad de respuesta ante la irrupción de más competencia?
Quizá, la clave para obtener una respuesta gire en torno a un simple aunque trabado concepto: la transversalidad.

Sí, soy consciente de ello. No es nada nuevo.
Esta palabra se ha incorporado desde unos cuantos años, al discurso de muchos profesionales, funcionarios públicos, empresarios del sector y todo aquel que se precie de estar comprometido con este apasionante y complejo mundo del turismo. Pero partiendo de esa hipotética unanimidad respecto a su necesidad y la voluntad de actuar en consecuencia, ¿hemos hecho lo suficiente como para que este concepto se materialice en políticas y acciones eficaces?

Nadie pone en duda la complejidad inherente a la implementación de políticas transversales. De hecho, es éste uno de los retos más difíciles de asumir por parte de cualquier destino en lo referente a "políticas públicas".
Son muchos los agentes involucrados, públicos y privados, directa e indirectamente; muchos los intereses que confluyen y -como consecuencia- muy elevado el nivel de mezquindad en competencias, descoordinación y actuaciones solapadas. Pero, nos guste o no, esta dificultad es un reto irrenunciable para conseguir un sector turístico competitivo, sostenible, con mayor capacidad para vertebrar el desarrollo territorial de la región Patagonia Austral, y con mayores niveles de efecto multiplicador respecto a otros sectores de actividad productiva.

Nos hayamos inmersos en plena “revolución industrial” del turismo mundial.
El binomio de proyección globalizada en el mundo que hace a las Nuevas Tecnologías de la Información y a las Compañías o Líneas Aéreas de Bajo Costo no es una revolución pasajera; es un cambio estructural de la industria que modifica para siempre los conceptos turísticos tradicionales.
Este contexto amplía el margen de elección del turista y sus hábitos de consumo. Aproxima a los mercados emisores destinos que, hasta no hace mucho, eran percibidos como lejanos.
El entorno competitivo se agranda.
Sí, es una obviedad, pero a pesar de eso, aún no tengo claro si todos tenemos realmente asumido lo que ello supone.
Por otro lado, este escenario abre nuevos mercados, atrae más turistas.
Lo hace a lo largo de todo el año y lo distribuye por nuevas zonas, involucrando a nuevas infraestructuras y redefiniendo la relevancia de otras; lo que modifica y amplía el entramado de una verdadera red de servicios relacionados con todos los sectores vinculados al universo del turismo.
Así, más allá de incidir en la decisión de invertir en más y mejor infraestructura para ampliar la capacidad de carga de nuestro destino, también incide en el resto de los medios de comunicación y traslado, consecuencia de la mayor movilidad del turista; o en el sector de la construcción, curiosamente el principal impulsor del desarrollo sostenible.
También afecta indudablemente al sector comercial, al sector agroganadero, la artesanía, etc.; pero también a la capacidad de recepción, como anfitrión natural, por parte de nuestros Municipios.

Se abren, por tanto, nuevos retos y oportunidades relacionadas con las formas de comercialización, los sistemas de gestión, las alianzas empresariales, etc.
Asimismo, se plantea el reto de cambiar viejos conceptos y prejuicios que se ciernen sobre el desarrollo turístico; el reto de descolgarse de su etiqueta simplista de ser “sólo” algo importante para Tierra del Fuego, para pasar a formar parte de lo vital y esencial en el Plan Estratégico de toda la Región.
Tenemos el desafió de convencer a nuestra sociedad de que nada debe ser decidido, nada puede ser planificado sin contar previamente con la opinión del sector turístico.
Y voy más allá: el reto de que el turismo ocupe una parte central de nuestra política regional, para que sea lo demás lo que tenga que planificarse en función y/o en consenso con éste, y no al revés.
¿Acaso no es el Turismo un sector capaz de relanzar la actividad de otros sectores que, a su vez, tiran del conjunto de nuestra economía con Leyes de Promoción temporal?
¿No aporta el turismo crecientes niveles de relación internacional y oportunidades de exportación no tradicional a nuestros empresarios?
¿No es acaso el turismo el que mayor efecto tiene sobre nuestra imagen de marca en el mundo?
Patagonia - Tierra del Fuego

Mi última pregunta -más bien silogismo- es simple e ingenua al mismo tiempo:
Si todos convenimos respecto a lo que hay que hacer, ¿ qué estamos esperando para hacerlo?

1 comentario:

IMAGEN ESTÉTICA SPA dijo...

Comparto la opinión.
Me parece sensato y acertado.
Saludos.