09 agosto 2009

"Este gobierno tiene fecha de vencimiento" (Imperdible Entrevista de La Nación con Eduardo Duhalde

Esta frase se la escuché decir en reiteradas oportunidades a la misma Gobernadora de la Tierra del Fuego. Solo que en este caso, la cita está incluída en el contexto lógico de una estupenda y reveladora entrevista al Dr. Duhalde.

Vale tomarse unos minutos y leer detenidamente las respuestas...

A su alrededor hay mucho movimiento, mucho clima de antesala y mucha gente, como suele sucederle a los jefes de Estado en funciones. Su agenda está completa. De su oficina salen y entran dirigentes de todo tipo, empresarios, ex funcionarios, sindicalistas, asesores. Escucha, habla, toma decisiones. Parece -y sabe que lo parece, o que lo es- un personaje central del verdadero poder en la Argentina.

Pero no se llama Cristina Kirchner, como alguien podría sospechar, sino Eduardo Duhalde, el hombre que más ganó en las últimas elecciones aun sin haber participado directamente, el hombre que más triunfó en el mismo minuto en que se confirmó la derrota de su peor enemigo.

Se nota que esperaba ese momento, aunque, en la larga entrevista con Enfoques, la primera que brinda en muchos meses en que prefirió atrincherarse con paciencia oriental, no admitió estar feliz por la declinación política de quien, luego de haber sido bendecido por él para llegar a la Casa Rosada, lo humilló, lo acorraló y se apropió de muchas de sus marcas registradas (desde el PJ bonaerense hasta la lealtad de caciques provinciales). No hacía falta que lo admitiera. Es evidente que es su tiempo de revancha.

Este cronista entrevistó a Duhalde a fines de diciembre pasado, cuando aún no había un horizonte de comicios anticipados, de candidaturas testimoniales y, menos aún, de semejante pesadilla electoral para el oficialismo. Ahora parece otro hombre. No sólo por el pelo extremadamente corto, una consecuencia de su paso por el verano europeo, sino por la forma en que habla y se mueve, con más soltura, con más comodidad, como si presintiera que está ante otra oportunidad de su larga carrera.

Su base de operaciones, la sede del Movimiento Productivo Argentino, en Hipólito Yrigoyen al 1600, tampoco es la misma que hace ocho meses. Ahora, como le sucedió a LA NACION, uno puede cruzarse a la entrada con el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, y a la salida con dirigentes bonaerenses que esperaban su turno, en esta especie de calesita en que se transformó la política argentina poselectoral: muchísimos dirigentes que pasan en estos días por la Casa Rosada luego desfilan discretamente por la oficina de Duhalde, y viceversa.

Sus críticas a los Kirchner, por supuesto, no cambiaron. Quizá son más filosas, como cuando dijo: "Este gobierno, como las botellas de leche, tiene vencimiento, y espero que no pase como con algunos productos que se echan a perder antes". O cuando afirmó que "Kirchner es un necio con poder" y que el Gobierno "no sabe dialogar porque nunca lo ha hecho".

Lo que sí llama la atención es que un ex presidente que se había retirado de la política o, al menos, de las candidaturas, como aclaró ante Enfoques, termine admitiendo que participó activamente en las elecciones. "Ayudé hablando con dirigentes amigos y presentándolos para que empezaran a organizarse para trabajar (...) Yo creía que había que hacerle frente [a Kirchner] en la provincia de Buenos Aires".

Y, más aún, reconoció que ejerció su influencia sobre Francisco De Narváez, un fantasma que se transformó en un tema de campaña y que dio pie a innumerables versiones acerca del malestar duhaldista por la composición de las listas de candidatos. "Con De Narváez hablaba permanentemente -reveló el ex presidente-. Venía a mi casa, yo iba a la de él o él venía acá. Es el mejor candidato a gobernador que tiene la provincia en este momento."

Duhalde tiene una obsesión: su propuesta de que, como considera que el resultado electoral hizo desaparecer las hegemonías en el país, el PJ y la UCR deben sentar las bases de un pacto de gobernabilidad no sólo para la transición hasta 2011, sino para que el próximo gobierno tenga acordadas políticas de Estado y garantías de que quien esté en la oposición acompañará y no desestabilizará a quien administre el país. Todo con apoyo de empresarios, sindicalistas, la Iglesia y los medios de comunicación.

Sobre los posibles candidatos del peronismo, fue contundente: "Scioli no quedó intacto como presidenciable, a Macri no lo veo bien perfilado para 2011 y Reutemann es el que está mejor ubicado, pero tiene que decidirse lo antes posible".

-Usted dice que no le gusta hablar mucho del pasado, pero ¿qué pasó en las últimas elecciones? ¿Cuál es su lectura?

-Ya se ha hablado demasiado. La gente votó y todo el mundo sabe lo que pasó. Aunque el Gobierno parece no advertirlo, estamos en medio de una crisis seria, y no quiero agregar nada a la gravedad de la situación. Tenemos que pensar en el futuro: el Gobierno tiene una fecha de vencimiento, como las botellas de leche...

-¿Ya está vencido este gobierno?

-No. Tiene una fecha de vencimiento, que es diciembre de 2011. Espero que no pase como con algunos productos que se echan a perder antes; tenemos que trabajar para que este gobierno concluya, para que vaya entendiendo el mensaje. Estamos presenciando una situación positiva e inédita: han desaparecido los grandes liderazgos que, generalmente en países que tienen una democracia poco sólida, desarrollan algunos rasgos hegemónicos e impiden los consensos. Por primera vez desde 1983, han desaparecido. Ese gran demócrata que fue Raúl Alfonsín tuvo algún rasgo hegemónico con el tercer movimiento histórico; Menem, con la "re-reelección", y, en este caso, con "Kirchner primero, segundo y tercero". Son todos rasgos hegemónicos que no sólo perjudican a quienes están gobernando, sino también a la sociedad y al sistema que debemos fortificar.

-Con Kirchner, aunque la apuesta le salió mal, ¿usted no apostaba a mantenerse en el poder mediante una figura consensuada?

-Para nada. Lo quería la gente; no era una figura consensuada por mí. Yo no hubiese elegido a Kirchner. Yo escuchaba a la gente, que es lo que tiene que hacer un político: se quería algo nuevo. Si alguno piensa que Menem o que Adolfo Rodríguez Saá eran lo nuevo, estaba viendo otro canal, porque en realidad ya habían sido.

-Me gustaría que siguiera hablando de la crisis de los liderazgos...

-Estaba viendo el caso de Santa Fe, que tiene un gobierno socialista, con 375 cargos electivos a nivel de comunas, ¿Sabe cuántos socialistas hay? Sólo ocho en las comunas. No se puede moldear como a la arcilla a los partidos, que están tan profundamente enraizados en la cultura, en el sistema de valores, de sentimiento de la gente. Hay que mejorarlos. Yo celebré cuando el presidente del socialismo estuvo en la convención radical. Porque el socialismo es más viejo que el radicalismo y que el justicialismo, y por primera vez veía una apertura en un partido que se ha caracterizado por no ser demasiado abierto. Y porque es necesario el otro partido, el que posibilite una alternancia esencial para el sistema democrático. Por eso apoyé a Julio Cobos el mismo día en que se votó la resolución 125. En una carta le dije que en torno a él debía nuclearse ese partido histórico. Prefiero que gane mi partido, pero tenemos que estar preparados para que, si gana el otro, lo apoyemos en forma contundente. Y el apoyo contundente no es después de las elecciones; es previo, en los acuerdos, en los pactos que se hagan. Pacto no es mala palabra: la Argentina nace de los pactos preexistentes.

-¿Hay que arrancar ya con estos pactos?

-Por supuesto. La mayoría de los dirigentes, si le pregunta si quiere que haya políticas de Estado, dice que sí. No hay dirigente, desde 1983 hasta ahora, que no haya estado de acuerdo con los pactos de La Moncloa. ¿Por qué no lo hacemos?

-Porque cada vez que llegan al gobierno hacen todo lo contrario...

-La razón fundamental son los grandes liderazgos hegemónicos que creen que pueden hacerlo solos. Ahora no vamos a tener eso. El Lula de hoy, el más importante de los presidentes, tampoco era antes de la elección el que iba a tener esta etapa tan eficaz, tan lúcida. ¿Por qué no creer que un argentino que llegue al gobierno, sea radical o justicialista, pueda resultar así? A esas personas tenemos que ayudarlas, sean quienes sean.

-Y esta ronda de diálogo del Gobierno, ¿también tiene que ver con esos consensos? ¿Es una estrategia dirigida a ganar tiempo?

-Hoy existe la conversación con quienes tendrían que estar conversando permanentemente. Llamar a los gobernadores para preguntarles qué opinan... Dialogar no es hablar radialmente con uno y con otro, sino discutir en mesas grandes cómo se crea y se reparte la riqueza.

-¿No hay real voluntad de dialogar?

-No sé, lo que pasa es que no saben dialogar. No saben porque nunca lo han hecho. Un gobierno que no hace reuniones de gabinete nacional, con ministros que no hacen reuniones de gabinete ministerial, sin un gabinete social donde se discutan los temas sociales y sin un gabinete productivo, que tiene que haberlo también.

-Es raro que el diálogo político parezca algo excepcional, ¿no?

-Fíjese qué le pide la AEA [Asociación Empresaria Argentina] a la Presidenta: son 10 puntos que implican vivir en un país normal, donde el empresario, primero, sea rodeado de prestigio social. Acá parece que a los grandes empresarios hay que desconfiarles, cuando, en realidad, tenemos que lograr tener muchos más grandes empresarios que superen la frontera del país, como hace Brasil, porque el producto bruto brasileño, como el europeo, hoy está incrementado por las remesas que las empresas radicadas en el exterior envían a sus países. Hay que terminar con esto de llevarnos mal con el sector de la producción. Existe una economía financiera, especulativa, rentística, usurera, que le hizo un daño enorme a la Argentina. Y hay un sólo camino para recuperarnos: se llama producción. Y, desgraciadamente, el Gobierno no entiende nada de eso.

-¿Y qué le parece el nuevo ministro de Economía, Amado Boudou?

-No lo conozco. Ni sabía que era economista. Nunca lo había escuchado nombrar. No sé si este hombre tiene algún antecedente de economista. Me parece que es otro hombre que está puesto para hacer caso a lo que decida Kirchner.

-¿La continuidad de Guillermo Moreno le parece una mala señal?

-Moreno, a quien yo no conozco, cumple órdenes y las cumple bien. Con un modo desagradable, agresivo. Pero no aparece en ninguno de los escándalos de corrupción económica. No le achaquemos las políticas. No las resuelve él.

-¿Néstor Kirchner sigue teniendo influencia sobre la Presidenta?

-Total. Es una pareja en la que, desde que yo la conozco, el jefe político es él. Eso se mantuvo y le sigue haciendo daño a Cristina Kirchner.

-El Gobierno parece estar dispuesto a hacer cambios, pero, al mismo tiempo, parece relativizarlo cuando insiste en que la gente no votó contra el modelo kirchnerista.

-Sí, tienen unos análisis y unos relatos esquizofrénicos. Si usted le pregunta a la gente si está en contra de un modelo que produzca más, que exporte más y en el que la gente gane más, ¿quién le va a decir que no? El error de Kirchner es creer que el modelo es el crecimiento. Eso es la consecuencia de una tarea que se hizo, pero, además, del viento de cola que tuvimos durante años. La buena noticia es que lo vamos a seguir teniendo. Pero a eso hay que ayudarlo creando un modelo productivo que no se ha creado no por falta de capacidad de Débora Giorgi, ni de Aníbal Fernández, ni de Carlos Cheppi. Hay un cuento de Leonardo Castellani que dice que no hay nada peor que un necio con poder.

-¿Es una referencia a Kirchner? ¿Usted cree que es un necio con poder?

-Por supuesto. Es tremendo porque todos lo saben. Los que lo rodean son gente inteligente.

-Y en ese pacto que usted imagina, ¿entra este PJ que sigue a la sombra de Kirchner?

-No. Si eso continúa vamos directamente a un desastre electoral. Tampoco es la muerte de un partido perder una elección. Más allá de que gane o pierda el PJ, a los que creemos que hay que actuar con patriotismo debe interesarnos relativamente eso. Quiero terminar con esos mitos arraigados, como el que dice que el radicalismo no puede gobernar. No es cierto. La historia nos dice que el partido que más años gobernó en forma continuada fue la UCR. Si no fuera por el golpe de 1930 hubiese seguido gobernando. Alfonsín gobernó, a Illia le dieron un golpe de Estado...

-Es buena la alternancia en el poder, pero no veo a muchos de sus compañeros aceptando mansamente un mandato de Cobos...

-Ah, bueno... Yo, por lo menos, le escribo mails a todos los amigos que tengo en el radicalismo. Y les digo: "No pierdan tiempo, armen la fórmula y empiecen a caminar". Es una buena noticia que la UCR pueda reorganizarse. La democracia se afirma, se hace más sólida, cuando los partidos pueden ganarse entre sí. Y si no nos mezclamos más. Estas dos últimas experiencias de De la Rúa con "Chacho" Alvarez y esta de Cristina con Cobos demuestran que es lo mismo que River y Boca: no se pueden intercambiar los jugadores.

-¿Sería bueno para la Argentina que en 2011 gobernara el radicalismo?

-Según... No va a gobernar nadie si el dedo lo pone Kirchner. Ese pierde seguro. Pero si el justicialismo se puede desprender de esta conducción tóxica y puede tener una buena fórmula presidencial, vuelve a tener posibilidades.

-¿Sigue pensando que el próximo presidente no será peronista?

-Lo que dije es que con la foto de hace un año era muy difícil. Y esta foto de hoy también es muy difícil [risas]. Porque ellos tienen resuelto su problema. No son zonzos. Los radicales y los socialistas saben discutir. Van a terminar juntos Cobos y [Hermes] Binner, seguro. Es una fórmula fuerte. Han sido gobernadores.

-Su esposa acaba de revelar que usted se reúne mucho con Daniel Scioli. ¿Es así?

-Mucho, no. Que me reúno con Scioli, sí. No mucho, dos o tres veces.

-¿Cuándo fue? ¿Antes, durante la campaña o después de las elecciones?

-Después de las elecciones.

-¿Mantiene el contacto?

-Sí, tratando de ayudar, tengo mucha experiencia.

-¿Quién llamó a quién?

-No tiene importancia. La provincia de Buenos Aires ofrece muchos riesgos. Sobre todo, está desfinanciada. Una provincia a la que la ex senadora y hoy Presidenta le prometió devolverle lo que le corresponde. A la que Néstor Kirchner, hoy diputado nacional de la provincia de Buenos Aires, le prometió devolverle lo que le corresponde. Y ahora viene con la historia de que hay que modificar la coparticipación. No es cierto. Según dicen, él le da por lo menos 20.000 millones de pesos por año en obras. Que le dé los 7000 millones que le corresponde a la provincia para que el gobernador los maneje como le corresponde gobernarlos. No hay ninguna posibilidad de evitar graves conflictos sociales si esta provincia no tiene fondos.

-¿Le pareció que Scioli es sincero en su distanciamiento del Gobierno? Dicen que eso estuvo acordado en Olivos...

-No tengo la más pálida idea.

-¿Usted le creyó?

-No tengo por qué no creerle.

-¿Scioli quedó intacto como un presidenciable del peronismo?

-No. Tiene que trabajar mucho, es un hombre de diálogo que cree que las cosas se pueden solucionar. Tiene una enorme confianza en sí mismo.

-Pero quedó afectado políticamente?

-Sí, es obvio. El sabe que es una carga todo lo que ha hecho, pero ahora tiene una situación muy difícil en la provincia y tiene que exigir que le den todo lo que le corresponde.

-Usted que los conoce, ¿qué pasó con los intendentes? ¿Lo traicionaron a Kirchner?

-No. Los intendentes están 20 puntos por encima de Kirchner en intención de voto. A ellos la gente los conoce. Inmediatamente los cala. El que anda mal, no gana la próxima. En Avellaneda, el primer intendente fue radical, hubo uno del Frepaso que era ex comunista, dos radicales. Van cambiando y los que quedan son los mejores. El mejor intendente, que falleció, fue [Ricardo] Ubieto, que era un vecinalista. Con la boleta chiquita le ganaba a todos. Porque la gente vota al intendente. Se enojaban con [Sergio] Massa en Tigre. No entienden nada de la provincia: si hay un municipio que está acostumbrado a cortar boleta es Tigre, por Ubieto. Si lo quieren a Massa, le van a poner un 10% más.

-Usted alguna vez dijo que el aparato del PJ bonaerense era un mito. ¿Es así o acá funcionó pero en contra de Kirchner?

-Es un mito. ¿Qué es un intendente del Gran Buenos Aires? Es un gobernador de un lugar muy pequeñito, con ingresos de un municipio. Pero ellos se sienten gobernadores. Porque tienen mucha gente. Entonces, tienen estructura de municipio e ingresos de intendente. ¿Sabe cuál es la pretensión de un intendente, sea el presidente De la Rúa, Kirchner o Duhalde? Mantener su gobernación. Y trabajan para eso. Y cuando tienen un presidente que no los ayuda a tirar votos, no se preocupan demasiado y le preguntan a la gente: "Che, ¿querés el voto de este? Si no, te doy el otro". Siempre ha sido así y va a seguir siendo así.

-¿Y usted estuvo atrás de los intendentes, de Francisco De Narváez? Aunque se fue de viaje, siempre se dijo que estuvo armando o alentando una estrategia común.

-Sí, yo ayudé. Ayudé hablando con los dirigentes amigos y presentándoselos [a De Narváez] para que empezaran a organizarse y trabajar.

-¿En contra de Kirchner?

-Claro. Yo creía que había que hacerle frente en la provincia de Buenos Aires, pero sin participar en actos.

-Entonces, ¿usted es el "padre" de la criatura, el padre político de De Narváez?

-No. Si le preguntan algún día a De Narváez, le dirá que nunca le pedí un compromiso. Ni tampoco a Kirchner cuando fue candidato a presidente y lo apoyé. Ni a Felipe [Solá] cuando fue candidato y lo apoyé. Siempre la respuesta fue la misma: yo no tengo compromisos. No es cierto cuando dicen que yo me enojé por tal cosa o tal otra.

-¿Hablaba con él? ¿Le daba consejos?

-Sí, hablaba permanentemente. Venía a mi casa o yo iba a la casa de él, o venía acá.

-¿Le ve futuro político?

-Y... es el mejor candidato a gobernador que tiene la provincia en este momento. Si va por el Pro, tendrá un justicialista que lo enfrente.

-¿Y Mauricio Macri?

-El tiene una carrera de obstáculos, que es la Capital Federal. Ha tenido una mala elección. Yo tengo la impresión de que si seguía un mes más la campaña Pino [Solanas] le ganaba. Sin un peso. Entonces tiene que pensar muy bien.

-¿No quedó bien parado para 2011?

-No, para nada. Si él piensa en el justicialismo, el partido puede llegar a adoptar una figura que está muy pero muy bien, pero tiene que seguir trabajando para consolidarse en Capital porque ese 31 por ciento es muy mala elección para él.

-¿Y su niño mimado, Carlos Reutemann?

-En este mismo diario, Lole relató hace poco algo histórico y cierto... Lo que no tengo es ansias de poder, yo nunca las tuve...

-Por no tenerlas, le fue bastante bien...

-Hay gente que las tiene y gente que no. Yo admiro a la que las tienen. Yo no. Sufro el poder.

-No quizá en un primer plano, pero a usted le gusta estar atrás, manejando todo...

-Esa es otra historia.

-A usted le gusta ser el que define...

-Ayudo. Trato de ayudar. Pero le decía: en ese mismo reportaje, Lole cuenta por primera vez que en 1999 lo fui a ver y le dije: "El candidato no voy a ser yo, tenés que ser vos". Fui a Santa Fe, lo hablé con él, me quedé hasta el otro día y me dijo: "No, ya he sido elegido acá". Después, en 2003, lo busqué nuevamente como candidato. ¿Por qué? El Lole es la contrafigura de los gobiernos que hemos tenido. Es muy trabajador, muy serio, una manera encriptada de hablar, muy parco, pero tiene una rara forma de conducir que pone orden. En Santa Fe teníamos un peronismo que andaba muy mal y él lo pudo manejar...

-¿No lo ve como una suerte de De la Rúa peronista? En el sentido de que medita mucho cada paso, tiene todos estos momentos de abstracción, que se aleja y se recluye...

-Su personalidad es ésa. Pero es un hombre muy serio, muy responsable, es una buena persona, pero ya dos veces no quiso ser candidato.

-¿Y ahora? ¿Ya habló con él?

-No he hablado todavía, pero pareciera que está pensándolo. Tiene que pensarlo rápido porque el justicialismo tiene que plantearse opciones.

-¿Es el mejor que puede ofrecer el PJ?

-Es el que está mejor ubicado desde el punto de vista electoral.

-¿Aceptado dentro del peronismo?

-Sí, no porque sea el mejor, sino porque es el más conocido. Hay otros muchachos jóvenes, que recién empiezan, como los gobernadores del Chaco, La Pampa, Chubut, con condiciones. Hay otros como los de San Luis, Buenos Aires, San Juan y Córdoba. Lole es más conocido, claro. Ya ha sido candidato dos veces gobernador y su carrera deportiva lo ha ubicado en la consideración de la gente. Pero tiene que decidirse. Y lo antes posible. No le queda mucho tiempo. Si no, le haría un daño al partido que le dio mucho a él.

-¿Va a hablar con él en estos días? Si falta tan poco tiempo...

-No es uno o dos meses... Pero, de todas maneras, él tiene que expresarlo. Yo, por supuesto, estoy hablando con los gobernadores.

-¿Con quiénes habla?

-Prácticamente con todos. Para saber qué están pensando, cómo ven el panorama.

-¿Qué le cuentan?

-Lo mismo que plantean los intendentes, en el sentido de que hay escasez de fondos.

-¿Le cuentan si tienen miedo de que Kirchner tome represalias contra quienes lo traicionaron en las elecciones?

- Nadie se preocupa por eso. Sí se preocupan por la parte económica, que les corten los fondos.

-¿Y están cortando fondos?

-No me han dicho eso.

-¿Coincide en lo que dijo Kirchner acerca de que fue víctima de la vieja política?

-Eso es una autocrítica. Lo que lo mató es la política de los 70 [risas].

-¿Y Hugo Moyano? Dijo que a usted lo veía como candidato a conducir el PJ.

-Lo que pasa es que soy el único presidente argentino que surge del movimiento obrero. A veces he hablado por teléfono con él. No lo veo desde el día en que llevamos los restos de Perón a San Vicente. A veces hay cosas que no corresponden.

-¿No ejerce una conducción adecuada?

-No me gusta cómo se está manejando. La CGT es de todos los trabajadores. Esta costumbre de tener a la CGT como apéndice del justicialismo no es buena.

-Pero es lo que ha pasado siempre...

-Con distintos tintes. Siempre hubo gente de otros partidos incorporada. El peronismo tiene las 62 Organizaciones para hacer política.

-¿Es optimista, pese a los Kirchner?

-Si hacen las cosas bien se va a parar la hemorragia y llegamos tranquilamente.

-¿Y si no hacen las cosas bien?

-El país todavía aguanta, pero si hacen las cosas muy mal puede haber problemas. Sobre todo porque hay problemas sociales. No es chiste lo que le está pasando a la gente que no tiene trabajo. Me parece muy mal que no se estén preocupando los gremios por la gente que no tiene trabajo.

-¿Por qué no se pudo solucionar todavía el conflicto con el campo?

- Necedad se llama. Un necio es una persona que, ante la evidencia, sigue insistiendo en lo mismo. Nunca estuve de acuerdo con que hay que superar las retenciones. Sería un error, pero no se pueden descapitalizar a los sectores productivos primarios porque son los que mejor reparten la riqueza en todo el territorio nacional. ¿Qué quieren? ¿Que se forme un cuarto cordón en Rosario, un quinto en Córdoba, un cuarto acá? Si no lo quieren, que dejen que el sistema se capitalice. Capitalizado el sistema, empiezan a trabajar ellos mismos en elaborar los productos primarios y ayudarlos a que los elaboren. No se los puede descapitalizar en una actividad en la que hay dos años buenos y tenés que guardar las reservas por si vienen años malos... Que digan lo que digan: Paraguay vendió más carne que nosotros, y Chile produce más leche que nosotros. Se termina la discusión. Hace 25 años le vendíamos carne a Brasil, y hoy son los principales productores y exportadores. Y quieren duplicar la producción de carne en 10 años. Hacen planes, programas, compran los frigoríficos argentinos, de Australia y de Canadá. Esto es un país que avanza, que progresa.

-¿A usted también le parece sorprendente el aumento patrimonial de los Kirchner?

-A todos nos parece sorprendente. Cuando una persona llega a la presidencia de la República, ¿está pensando en su crecimiento o en hacer empresas? No tiene tiempo. Mucho menos en comprar como han comprado esas tierras. No sé si es un delito, pero no se puede hacer. Estos que se llaman "nueva dirigencia" tienen peores vicios que la vieja dirigencia y pocas de sus virtudes.

-¿Incluye a los Kirchner en esto?

-Sí. En 1973, el 80% de los que entrábamos en la política lo hacíamos para cambiar y el 20 lo hacía para figurar o para salvarse personalmente. Con el tiempo se trastocaron los porcentajes: el 20 o 30% que llega hoy con ánimo de cambiar es absorbido por el sistema.

-Sergio Acevedo dijo que los márgenes de ganancia del 158 por ciento en un año solamente se dan en actividades no lícitas.

-Es un buen análisis. Si me preguntan si es lícito comprar eso, no sé. Es totalmente antiético. Tampoco es razonable que un ex presidente, su hijo y su esposa presidenta conformen una sociedad para inversiones. Esto, en Europa, es un escándalo que termina en un juicio político.

-¿Se disfruta la derrota electoral de un adversario como Kirchner?

-Sí... En realidad, disfrutar... Creía que tenía que tener un sosegate...

-¿Qué cosa?

-Sosegate, palabra de la vieja política [risas]. No fui a festejar ni salí con la banderita a la calle.

-Mire que lo han tratado de padrino mafioso, de lo peor de lo peor...

-La verdad siempre triunfa. Y bueno... la gente irá poniendo a cada uno en su lugar.

-Al final tenía razón Aníbal Fernández, que dijo que usted le había mentido cuando dijo que se iba a retirar de la política...

-Pobre Aníbal...

-Pero es así, usted siguió trabajando.

-Lo que prometí no fue no trabajar en política. Lo que dije es que no iba a ser candidato. No es ningún blasón: mi último acto político fue el lanzamiento de Kirchner en San Vicente, en la quinta de Perón. No puedo evitar que cada vez que yo dé una opinión digan: "Ah, volvió a la política". Entonces quiere decir que me tienen miedo.

© LA NACION

En clave personal

Escritor. "Esta semana me voy a concentrar para terminar dos libros que estoy escribiendo. Uno se llama De Santo Tomás a la renta básica universal , y el otro es Los políticos y la droga, 20 años después . Este libro lo saco para demostrar que todo lo que decía en el 84, hace 25 años, cuando organicé el primer congreso nacional de lucha contra la droga siendo intendente, se fue consolidando. Ya en esa época el país era de consumo incipiente. Me arrepentí de escribir una página en la que decía que había que analizar la pena de muerte para los homicidios causados por bandas de narcotráfico para instalarse o mantenerse en el país."

Hiperactividad. "No tengo tiempo libre. Estoy todo el día acá, todos los días acá, estos libros tengo que tenerlos listos este mes. ¿Qué hago si no trabajo? Voy al club a jugar al tenis, dos veces por semana. Tengo una familia muy grande, con nietos que me enloquecen. Y después tengo compromisos en Europa. Vengo de Italia, donde di una charla en Génova. Y di otra en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, sobre el tema de la crisis financiera internacional y su incidencia en los países en desarrollo. Por supuesto que sigo jugando al ajedrez, pero al rápido, no al ajedrez pensado. Tengo amigos con los que jugamos a las cartas."

Por escrito. "Me sigue gustando enviar cartas manuscritas. Mando y contesto mails, pero lacónicamente, como si fuera un telegrama. No me gusta escribir mucho. Digo gracias y chau [risas].

Lecturas. "Las personas que, como yo, gobiernan desde hace 40 años, se embrutecen. Primero porque no saben manejar nada, ni el teléfono. Le manejan todo los secretarios. Segundo, no tienen tiempo para leer, que es lo que a mí me gusta. Estoy leyendo temas sociales. Me gustan las novelas, pero no las modernas. Admiro la obra de Zbigniew Brzezinski, asesor de Jimmy Carter"

Mano a mano

Se nota que está en su salsa. Una salsa en la que se cocina el futuro del PJ. Y también el futuro del país. Nunca es inocente la reaparición de un político como Eduardo Duhalde. No habla desde hace mucho y ahora lo hace para enviar varios mensajes. El más novedoso es que admite que trabajó y "ayudó" a intendentes y dirigentes a vencer al kirchnerismo en la provincia. Y que solía reunirse con Francisco De Narváez, en un vínculo que confirma que detrás del candidato millonario estaba la mano duhaldista. Es decir, que él tuvo que ver con la derrota K. Todo esto servirá al oficialismo para afianzar la teoría de la "traición" y, en especial, la de "la conspiración". Quizá abonada ahora, intencionalmente o no, con la insistencia de Duhalde en su propuesta de un pacto de gobernabilidad y de la alternancia del PJ y la UCR en el poder, algo que a los desconfiados puede sonarles a una red de contención por si los Kirchner deciden irse antes de 2011. Además, le dio un virtual ultimátum a Reutemann para que se defina, sepultó el proyecto presidencial de Scioli y frenó el mismo plan de Macri. Fue curioso: luego de insistir en que sufre el poder, terminó admitiendo que le gusta ser el gran definidor de la política, pero entre bambalinas. Fueron casi dos horas de una chispeante charla, en la que sólo se alteró cuando le pregunté si el PJ no había sido el responsable de los saqueos de 2001. Dijo creer, además, que De la Rúa no es culpable de los sobornos en el Senado. En diciembre me pareció un hombre más solo. Ahora me dio la sensación de que está cumpliendo lo que soñaba: recibir la larga fila de magullados por Kirchner. Y adueñarse del centro del ring, de los boxeadores y hasta de sus guantes para paladear un knock-out en 2011.

Tres razones para escucharlo

1- El poder permanente
Pueden ganarle o desplazarlo, pero siempre está. Es parte de la corporación política que no conoce de jubilaciones y que ha armado una red de aliados que supera los circunstanciales gobiernos. Su palabra es la de un símbolo del sistema político argentino.

2- El que ayuda y decide
Dice que le gusta "ayudar", pero más le gusta lo que volvió a hacer: convertirse en el eje a partir del cual el PJ resolverá la sucesión de los Kirchner. Vuelve a ponerse en la piel de quien puede diseñar el futuro presidente. Con Kirchner, uno de sus inventos, no le fue bien.

3- Piel curtida, aquí y afuera
Lo han vinculado con la droga y con los peores vicios de la política. Sabe que aquí no tiene una gran imagen pública. Quizá por eso ha desarrollado una intensa actividad internacional, que le dio una mirada más amplia. Es muy respetado por Lula.

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