El Día Mundial del Medio Ambiente se celebra con centenares de actos que recuerdan la importancia de cuidar el planeta Tierra para las futuras generaciones.
Pero los avances al respecto son más enunciados que realidades.
El cambio climático y el uso adecuado de la energía centran la jornada, después de que las principales instituciones mundiales hayan hecho hincapié en los peligros del calentamiento global.
La ONU ya ha levantado la voz de alarma al proclamar en su día que el cambio climático es "una amenaza para la seguridad" de la Tierra, una llamada de atención que algunos países han recibido con cierta indiferencia, mientras otros impulsan políticas más concienciadas.
Hace bien poco, el Foro Humanitario Global (GHF, por sus siglas en inglés), advirtió de que el cambio climático causa la muerte de unas 315.000 personas al año por hambrunas, enfermedades o desastres naturales que se derivan del mismo, y se espera que la cifra anual se eleve a medio millón para el año 2030.
Un asunto muy serio.
Lo cierto es que, como no se cansan de recordar los ecologistas, aún estamos muy lejos de cumplir con lo pactado en la cumbre de Kioto respecto a las emisiones de CO2. La Cumbre del Clima que se celebrará a finales de este año en Copenhague pondrá a cada uno en su lugar.
Hoy, 05/06, 400 expertos se reunirán en Xcaret, en el Caribe mexicano, para celebrar este 5 de junio y resumir algunos de los objetivos que se debatirán en Copenhague.
En la Argentina, más allá de la polémica por la construcción de la planta de producción de planta de celulosa Botnia sobre la margen uruguaya del río Uruguay, no hay avances concretos en la protección del medio ambiente.
El veto de la presidente Cristina de Kirchner a la Ley de Protección de Glaciares, sigue vigente.
El Riachuelo sigue contaminado y toda la cuenca de los ríos Matanza-Reconquista.
Los vehículos en funcionamiento en la Argentina y el combustible que consumen superan los parámetros vigentes en Europa y USA.
No hay compromiso ni de los Kirchner ni de los dirigentes políticos y empresarios con la erradicación de la contaminación.
Fue la Corte Suprema de Justicia de la Nación la que tuvo que imponer una restricción cautelar a la tala indiscriminada de bosques nativos en Salta.
Pero en Misiones, por ejemplo, continúa. También en Formosa.
El cambio climático causa la muerte de unas 315.000 personas al año por hambrunas, enfermedades o desastres climatológicos que se derivan del mismo, y se espera que la cifra anual se eleve a medio millón para el año 2030, según las conclusiones de un informe realizado por el Foro Humanitario Global (GHF, por sus siglas en inglés).
El trabajo estima que el cambio climático afecta seriamente a 325 millones de personas cada año, un número que se doblará durante los próximos 20 años, hasta afectar al diez por ciento de la población mundial, que ahora es de aproximadamente 6. 700 millones.
Las pérdidas económicas por el cambio climático representan más de US$ 125.000 millones al año, una cantidad superior de la que destinan los países ricos a los pobres, y se espera que suba hasta los US$ 340. 000 millones anuales hacia el año 2030, según el informe.
"El cambio climático es el mayor desafío emergente de nuestro tiempo en términos humanitarios, y provoca sufrimiento a cientos de millones de personas en todo el mundo", señaló en un comunicado el director de GHF y ex secretario general de la ONU, Kofi Annan. "Los primeros y más afectados serán los más pobres del mundo, que son los que menos han hecho para causar el problema", ha añadido.
Peor para los pobres
El informe también indica que los países en vías de desarrollo soportan el mayor peso humano y económico del cambio climático, mientras que las 50 naciones más pobres contribuyen con menos del uno por ciento de las emisiones de dióxido de carbono que contribuyen al calentamiento del planeta.
Annan instó a los gobiernos que tienen previsto reunirse el próximo mes de diciembre en Copenhague para celebrar una cumbre de la ONU sobre el clima a que acuerden un pacto mundial eficaz, justo y vinculante que sustituya al Protocolo de Kioto, el principal mecanismo para atajar el calentamiento.
"Copenhague ha de ser el acuerdo internacional más ambicioso jamás negociado", ha escrito en una introducción del informe. "La alternativa es la hambruna masiva, la inmigración masiva y la enfermedad masiva", afirmó.
El estudio advierte de que el verdadero impacto humano del calentamiento mundial probablemente sea bastante más grave de lo que se predice, ya que emplea escenarios moderados facilitados por la ONU. Las nuevas pruebas científicas apuntan a un cambio climático mayor y más rápido.
El documento también pide una atención particular para los 500 millones de personas a las que identifica como extremadamente vulnerables porque viven en países pobres más proclives a las sequías, inundaciones, tormentas, aumento del nivel del mar y desertificación.
África es la región con más riesgo por el cambio climático, ya que en este país se encuentran 15 de los 20 países más vulnerables, según el informe. Otras áreas que también afrontan el nivel más alto de amenaza incluyen el sur de Asia y pequeños estados insulares en vías de desarrollo.
"La financiación de los países ricos para ayudar a los pobres y vulnerables a adaptarse al cambio climático no es ni el 1% de lo que se necesita realmente", según la presidenta de Oxfam Internacional en Reino Unido y miembro del GHF, Barbara Stocking. "Esta injusticia manifiesta debe abordarse en Copenhague en diciembre", ha añadido.
A propósito del análisis de los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el último número de la revista Science, publicado en la sección Perspectives, se explica cómo el alargamiento del periodo de actividad de los árboles de hoja caduca puede tener efectos tanto de mitigación como de amplificación del cambio climático.
"Que la balanza se incline hacia un lado o hacia el otro dependerá de la disponibilidad de agua y de las características particulares de cada región del planeta", subraya el investigador del CSIC y firmante del artículo Josep Peñuelas.
"Uno de los aspectos positivos de que los árboles mantengan las hojas durante más tiempo es que, mediante la fotosíntesis, pueden secuestrar más CO2, con lo que disminuyen la concentración de este gas de efecto invernadero en la atmósfera", explica el investigador del CSIC.
"Pero cuando las plantas captan CO2 expulsan agua en forma de vapor. Así, un requisito indispensable para que aumente la captación de carbono es que haya agua disponible en el suelo, lo que permite a los árboles mantener en marcha la máquina fotosintética", matiza Peñuelas, miembro de la Unidad de Ecología Global, unidad asociada al Centro de Estudios Avanzados de Blanes del CSIC, en Girona, y al Centro de Investigación Ecológica y Recursos Forestales (del catalán, CREAF), en Barcelona.
En las zonas húmedas, los bosques pueden acumular mucho vapor, por lo que se forman nubes que refrescan el ambiente e incrementan las precipitaciones, en un proceso que se acentúa por el alargamiento de la presencia de las hojas.
"En cambio, en regiones como las mediterráneas los árboles se ven obligados a frenar la actividad fotosintética durante los periodos de sequía estival por falta de agua. Esto hace, que aunque reciban mucha radiación, no expulsen suficiente vapor de agua como para refrescar el ambiente y formar nubes, lo que influye en que el clima de la región sea más cálido. En esta situación, el alargamiento de la presencia de las hojas hace que la disponibilidad de agua disminuya aún más", explica Peñuelas.
Fuente de Consulta: Urgente 24
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