En la vida de los países, hay momentos propicios para tomar una radiografía de la situación política, económica y social. Ninguno mejor que durante una campaña electoral. De cara a los comicios del próximo domingo, ha quedado expuesto en la Argentina el vacío conceptual en el que se mueve desde hace ya demasiado tiempo la dirigencia. Se trata de un paisaje gris, en el cual, frente a la carencia de diagnósticos, el desprecio de los programas y el abandono de la reflexión y el debate, corresponde celebrar iniciativas como la que llevará adelante pasado mañana la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE). Su tradicional encuentro anual aparece, a pocos días de las elecciones, como una marca disonante y alentadora en el calendario.
El primer rasgo que debe destacarse de esta convención es que se propone mirar por encima del corto plazo y de la geografía local.
La agenda del encuentro promete una recorrida comparativa sobre el modo en que países vecinos como Brasil, Chile, Perú y Uruguay han logrado conjugar al sector público y al sector privado para alcanzar un consenso capaz de sobreponerse a las turbulencias.
También está prevista una mirada por el pasado argentino, guiada por historiadores de la sociedad y la economía, para advertir sobre los aciertos, los errores y las omisiones cometidos por la dirigencia política y empresarial ante el desafío de las crisis.
Esta vocación por comprender los problemas a la luz de la experiencia histórica y regional tiene una segunda peculiaridad que debe destacarse en el encuentro de ACDE. Es la voluntad de interpelar al empresariado por el rumbo que ha tomado la vida nacional. El título deja en claro que éste es el motivo principal de la reunión: "La Argentina: de las crisis al progreso. El desafío de los dirigentes".
Los paneles pondrán de manifiesto varios enfoques para esta cuestión. Habrá exposiciones de relevantes hombres de negocios sobre el papel de las empresas en la esfera pública. Está previsto un análisis sobre lo que debería esperarse de la sociedad civil para la superación de las disfunciones que presenta la política en nuestro país, y también hablarán dos líderes religiosos sobre la responsabilidades que les caben a los dirigentes en el plano de los valores.
Esta reflexión sobre el papel de los empresarios en la vida colectiva no podría ser más oportuna. La iniciativa individual, la propiedad privada y la garantía para la libre competencia encontraron defensores muy escasos y solitarios en la Argentina de los últimos años.
Sin embargo, al cabo de un largo repliegue, muchos dirigentes empresariales muestran una incipiente alarma por algunas tendencias que dominan la política nacional desde hace más de un lustro: la desbordante intervención estatal en los mercados; la identificación entre creación de riqueza y opresión social; la demonización de la figura del empresario; el maltrato ?desde la tribuna oficial o en la intimidad de los despachos? a quienes reclaman por intereses económicos legítimos; el elogio y la práctica de las estatizaciones; la incorporación de funcionarios públicos a los directorios de las compañías, y el uso arbitrario del poder de regulación estatal para asignar concesiones o porciones de mercado a amigos del Gobierno.
La sociedad argentina tiene derecho a esperar de su dirigencia empresarial un compromiso dinámico e inteligente con la superación de la larga crisis que afecta a la esfera pública. No sólo porque quienes están al frente de organizaciones colectivas tienen una influencia y una responsabilidad mayores en los cursos de acción que se adoptan, sino también porque en el seno de las empresas se viene estimulando desde hace décadas la visión estratégica y el abordaje racional de los problemas y las crisis. Son modalidades que podrían proyectarse desde allí a un entorno político que carece cada vez más de ellas.
La historia ofrece infinidad de lecciones sobre la relación que existe entre la pobreza del pensamiento, la indolencia de los dirigentes y la decadencia de las naciones.
Es urgente evitar que la experiencia argentina se convierta en otro ejemplo de esa perniciosa combinación.
Fuente: Diario La Nación
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